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miércoles, 12 de junio de 2013

Synchiropus Splendidus - Mandarín

Los mandarines son muy populares en los acuarios domésticos marinos debido a sus espectaculares colores y a su extravagante apariencia, común en toda la família de los peces dragón (comúnmente denominados dragoncillos). Su gran resistencia a las enfermedades parasitárias cutáneas contribuye también a su profusión. A pesar de todo esto son delicados con la calidad del agua además de que raramente aceptan alimentos inertes, razón esta por la que muchos ejemplares mueren durante la fase de aclimatación si no se respetan sus requisitos de mantenimiento especiales. Se trata de peces sociables que viven en grupos formados por un macho y varias hembras al cobijo de cualquier encueve o escondite que haya entre las rocas, en las cuales encuentran tambien su alimento básico: Los microinvertebrados. Se extieden desde el sur de las islas Ryuku hasta el sur de Australia.

Son dragoncillos típicos que pasan casi toda su vida en contacto con el sustrato. Presentan un cuerpo cilíndrico y con el dorso algo aplanado, con la cabeza ancha terminada en punta, donde se encuentra su boca, bastante pequeña. Sus aletas son muy grandes, rígidas y provistas de gruesos radios para mantenerlas erguidas (especial mención merece el primer radio de la dorsal, que es muy largo) , siendo las ventrales más desarrolladas para permitirles desplazarse sobre el sustrato y también caminar sobre el mismo. Otra característica destacable de estos peces es que poseen una mucosa que, además de gruesa y espesa, contiene ciertas toxinas letales para evitar que depreden sobre ellos o se adhieran ciertos microorganismos a su piel, de ahí que muy raramente sean afectados por punto blanco, Oodinium y otros patógenos cutáneos. Su coloración es extremadamente llamativa, y consiste básicamente en una gran cantidad de jaspeados y franjas curvilíneas de color azul turquesa sobre un fondo naranja rojizo en el cuerpo y en todas las aletas (la caudal es roja con borde azul y las pectorales levemente azuladas). En los opérculos presentan varias motas amarillas sobre un fondo azul oscuro. La cara es blanca - verdosa, con dos líneas horizontales de color grisáceo. Sus ojos tienen el centro rojizo y el exterior de color azul medio. El dimorfismo sexual es bastante visible, distinguiéndose solamente en el primer radio de la aleta dorsal, que es bastante más largo en el macho que en la hembra. Pueden medir 6 cm de longitud y vivir 15 años.
A la hora de decantarse por esta especie en un acuario hay que tener presente que demanda una decoración específica que puede comprometer a la mayoría de peces marinos que se mantienen en cautividad. Un acuario de 200 litros como mínimo por pareja es suficiente. La decoración debe estar formada específicamente por grandes cantidades de roca viva y corales que ocupen casi todo el volumen del tanque, no sólo para facilitarles escondites abundantes, también para que les proporcionen multitud de pequeños invertebrados que constituyen la base de su dieta. No les importa en absoluto no tener espacio para nadar ya que no se mueven mucho. El agua debe estar fuertemente oxigenada y aireada, y se debe disponer de un potente espumador para extraer la gran cantidad de desechos que se producen en presencia de muchas rocas vivas y corales. El sustrato debe ser muy fino, siendo muy recomendable usar arena "sugar", evitando aquellos que posean aristas cortantes o afiladas que pueden dañar el vientre de estos peces. Aunque en su hábitat natural viven en zonas bastante sombreadas se adaptan sin problemas a la iluminación intensa de un acuario, pero lo mejor sería que se disminuyese la intensidad de la misma para que estén más cómodos. La densidad debe mantenerse entre 1.022 y 1.025, la temperatura entre 24 y 26 y las concentraciones de nitrógeno bajo mínimos (10 ppm de nitrato y 0 de nitrito y amoniaco). A pesar de que no suelen ser afectados por parásitos cutáneos son muy sensibles a las variaciones bruscas de los parámetros acuáticos y a la contaminación. Tambien les afecta muy negativamente el estrés, que suelen sufrir cuando no tienen suficientes escondites o si su alimentación no es la adecuada. Cualquiera de estas situaciones puede causar su muerte lenta y con gran sufrimiento, siendo ya insalvables cuando su vientre está desinchado.
El único problema grave que tienen los Mandarines consiste en su alimentación, pues únicamente aceptan presas vivas y, muy raramente, congelados. En ningún caso aceptan escamas y gránulos, por lo que es inútil dárselos para evitar que se pudran y contaminen el agua. Para evitar problemas de desnutrición, muy frecuentes en esta especie, es indispensable mantener una grandísima cantidad de rocas vivas bien provistas de pequeños animales que complementen su alimentación y alimentarlos con Artemias, Camarones o microcrustaceos vivos, siendo estos indispensables durante los primeros días en el acuario. A partir del mes sólo algunos ejemplares aceptan el congelado, aunque la mayoría nunca lo aceptarán, debiendo alimentarlos solamente con comida viva. Es muy importante, antes de adquirirlos y si no se puede disponer de comida viva permanentemente, preguntar al vendedor si se alimentan de congelados, e incluso pedir que se les dé esta comida en nuestra presencia.
Se trata de peces territoriales que defienden con determinación y ferocidad su encueve de cualquier intruso, especialmente de sus propios congéneres y de otras especies de fondo que también se oculten en cuevas (Gobios, Pseudochromis, Grammas y similares), por lo que nunca se deben juntar a dos ejemplares adultos en el mismo acuario para evitar violentas disputas por el territorio (los machos pelean hasta la muerte), aunque se pueden mantener en parejas siempre que tanto el macho como la hembra se introduzcan a la vez y en la fase juvenil. Tampoco conviene asociarlos con las especies de fondo anteriormente mencionadas para evitar peleas por el territorio. Debido a que son muy tímidos, asustadizos y lentos no les conviene la convivencia con peces demasiado rápidos o agresivos ya que se sienten fácilmente intimidados, dejando de alimentarse hasta terminar muriendo. Pueden ser asociados con especies tranquilas como Globos, Cardenales, Caballitos de mar y con Peces León o Payasos en acuarios más grandes. No causan daño alguno a Corales, Anémonas, moluscos y equinodermos, aunque pueden devorar a crustáceos de pequeño tamaño.
Se reproducen en cautividad siempre que estén excelentemente alimentados, con el agua en perfectas condiciones (sin ninguna traza de nitrogeno, nitratos incluidos) y en acuarios específicos, aunque es necesario que la pareja se conozca ya desde la fase juvenil. Cuando falta poco para que se apaguen las luces, ambos se enzarzan en un elaborado baile nupcial consistente en nados en espiral y abrazos. Esto lo hacen mientras suben a la superfície. Cuando llegan, la hembra expulsa una cadena de entre 10 y 200 huevos, que son fecundados immediatamente por el macho y se aglutinan hasta formar una esfera compacta. Una vez finalizado el desove los adultos pueden devorar la puesta, por lo que debe sacarse del agua y meterse en otro acuario para permitir el nacimiento seguro de los alevines. Estos nacen a los tres o cuatro días tras el desove, y deben alimentarse exclusivamente de rotíferos hasta que alcancen el tamaño necesario para comer Artemia recién eclosionada. Son muy sensibles a la contaminación y a las variaciones bruscas de cualquier parámetro, problemas estos que pueden causar la muerte súbita de todas las crías. Cuando, al cabo de algo más de un mes, empiezan a distinguirse los machos, deben irse separando para evitar que se maten.

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