¡¡¡TRADÚCELO!!!

viernes, 25 de abril de 2014

Sambucus nigra - Saúco

El género Sambucus incluye varias especies de plantas arbustivas o subarbóreas que se desarrollan principalmente en las cercanías de los cursos de agua naturales y que constituyen, en muchos casos, el estrato arbustivo de los bosques de rivera de todo el hemisferio norte. Se trata de plantas densas, de gran tamaño y de formas y colores agradables que se suelen usar frecuentemente como plantas ornamentales debido a lo llamativo y oloroso de sus flores. El Saúco constituye la especie característica de este género de plantas. Es originario de la Península ibérica y de la zona central de Europa y habita cerca de los cursos de agua. Es una de las plantas usadas por las abejas y otros animales nectaríferos y se emplea, además, con fines medicinales debido a sus propiedades antisépticas y aliviantes.

Se trata de un arbusto muy denso y de forma esférica que puede alcanzar dimensiones muy considerables, pues existen ejemplares que miden más de 5 metros de altura y cuya anchura llega a los tres metros y, además, crece bastante rápido. Dispone de un tronco central muy corto y pequeño, de unos 30 centímetros de diámetro y de superfície marronosa y lisa, del que parten abundantes ramas leñosas, de hasta un centímetro de diámetro y muy resistentes a la torsión. Las hojas son alternas y están compuestas por cinco foliolos elípticos, de superficie ligeramente pilosa, con los bordes levemente dentados y de color verde oscuro. Las flores son muy pequeñas (de unos tres milímetros de diámetro), pentapétalas, con cinco estambres salientes y un grueso pistilo en el centro, son de color blanco cremoso y están delicadamente aromatizadas. Se disponen en umbrelas de hasta 10 centímetros de diámetro al final de un tallo floral que se desarrolla en cada axila foliar de las ramas principales y en la zona terminal de cada uno de los tallos principales. Durante todo el verano produce unas bayas pequeñas, de color negro azabache y de piel muy brillante que adornan la planta durante el momento más cálido del año. Estas bayas son comestibles y se usan para preparar mermeladas, licores y medicamentos varios. Este arbusto adquiere una vistosa y extraordinaria apariencia durante la época de floración, tornándose casi completamente blanco, para perder luego las hojas y quedarse totalmente desnudo cuando llega el invierno. Puede superar los 50 años de vida.
El Saúco fué muy usado hace tiempo como planta ornamental pudiendose ver en jardines privados y públicos, en parques infantiles, en alineaciones en paseos y como borduras en caminos sombríos. No obstante, la aparición de arbustos como la Adelfa hizo que el Saúco fuese descuidado casi por completo, pero aún hoy se pueden ver varios ejemplares espléndidos en muchos sitios donde fueron plantados. Este arbusto es fácil de cuidar y, si se le dá lo que pide, lo agradecerá con una exuberante y verdosa foliación y una abundante floración anual. El Saúco prospera en casi todo tipo de suelos, por lo que se puede plantar en muchos terrenos siempre que se excluyan los excesivamente apelmazados (que producen asfixia y pudrición radicular por excesos de agua) y los que no retengan nada de agua y nutrientes (la planta sufre deshidratación severa y constante y acaba muriendo). Gusta de una cierta cantidad de materia orgánica en el suelo (al menos un 10 %) por lo que la incorporación de estiércol muy descompuesto en el terreno antes de la plantación le beneficia mucho. Soporta sin problemas los excesos de cal y los valores de pH muy altos (de hecho, se desarrolla sorprendentemente bien en suelos muy calizos) pero es muy sensible a la sal y a la acidez excesiva (concentraciones de sal superiores al 2 % y valores de pH inferiores a 7 causan amarilleo foliar y, a la larga, la muerte). Para que este denso arbusto florezca exuberantemente cada año es indispensable una buena cantidad de luz solar directa, por lo que su emplazamiento ideal es a pleno sol que, además, soporta aunque las temperaturas sean muy elevadas y el ambiente bastante seco, por lo que no es necesario un sombreado diario en los momentos más tórridos del año. Los ejemplares cultivados en emplazamientos excesivamente sombreados no florecen o lo hacen con poca abundancia pero crean muchas hojas más grandes de lo normal y de un color verde más fuerte. Una buena cantidad de agua en el suelo es indispensable para el buen desarrollo de esta planta, por lo que conviene regarlo de forma abundante especialmente cuando haga mucho calor (durante la parada vegetativa, cuando el arbusto está sin hojas, no es necesario regar; Basta con mantener el suelo siempre un poco húmedo) pero sin permitir nunca que el agua quede retenida en el suelo de forma persistente ya que, a la larga, esto acaba pudriendo las raíces. Si el arbusto tiene una cierta edad y el suficiente tamaño puede soportar sequías bastante largas, algo que las plantas jóvenes no toleran muy bien. Es una planta para nada exigente con la temperatura, pues sobrevive en ambientes muy fríos y muy calurosos. Soporta heladas fuertes (de hasta -20 ºC) durante meses sin sufrir daños y puede aguantar temperaturas máximas de 50 ºC siempre que el suelo cuente con agua suficiente para mitigar los excesos de transpiración. Este arbusto requiere de un periodo de reposo invernal para florecer año tras año. Si se le priva de este proceso florecerá sólo una vez y su vida se acortará muchísimo, por lo que no es adecuado para climatologías tropicales o que no dispongan de inviernos lo bastante fríos (por debajo de 10 ºC pierde las hojas y entra en parada). El Saúco consume una gran cantidad de nutrientes del suelo, por lo que es muy normal en esta planta las carencias nutricionales (que se manifiestan en clorosis y desarrollo insuficiente así como en defectos en la floración) especialmente en los arbustos emmacetados. En estos casos hay que aplicar, una vez a la semana durante la estación de crecimiento, un producto específico para plantas de flor o, en su defecto, un fertilizante universal. El único problema de trastornos que sufre el Saúco es el ataque de los Pulgones, unos diminutos insectos de varios colores que atacan en grandes cantidades a este arbusto año tras año y que se asientan sobre los brotes jóvenes y los capullos florales y, acto seguido, chupan la savia de la planta con su trompa hueca. Como suelen transmitir enfermedades (principalmente víricas) es mejor mantenerlos a raya, por ejemplo, plantando unas Lavandas cerca del arbusto ya que esta planta aromática repele a los pulgones. Los síntomas de un ataque de pulgones son la aparición de pequeñas punteaduras en el reverso de las hojas, la deformación de los brotes jóvenes, la caída de los capullos maduros y la presencia de los mismos insectos sobre la planta.
Este arbusto se siente como en su casa si se planta cerca de un estanque de agua dulce. Sus raíces higrófilas permiten que se pueda plantar cerca del agua pero es necesario antes medir el nivel freático para evitar el sumergimiento prolongado de las raíces evitando, así, que se pudran. Para evitar esto se puede plantar el Saúco sobre montículos de tierra o ponerlo en un contenedor apropiado y poner este cerca del agua. Usado en alineaciones siguiendo el borde del agua crea un espectacular efecto decorativo pero puede combinarse con otros arbustos de su tamaño y con árboles más grandes.
El Saúco se multiplica más por esquejes semileñosos que por semillas. El esquejado se realiza a principios de la primavera, cuando el arbusto reemprende el crecimiento tras el reposo invernal, y consiste en cortar los tallos verdes con sus respectivas hojas desde la zona en la que se unen a las ramas leñosas. Tras retirar todas las hojas inferiores y medias (dejando sólo tres o cuatro en la punta) se empapa la zona de corte con hormonas de enraizamiento y se entierra en su lugar definitivo produciéndose raíces en unas dos semanas. Para mejorar el porcentaje de éxito es mejor colocar los esquejes en un sitio sombreado, totalmente exento de corrientes de aire, que se mantenga siempre húmedo (humedad relativa en torno al 70 %) y con una temperatura constante alrededor de 24 ºC. En ocasiones no hace falta usar hormonas de enraizamiento: Basta con cortar los tallos y enterrarlos directamente en un sitio fresco y húmedo tras quitarles las hojas inútiles, pero el éxito es mayor con el empleo de hormonas. Las semillas requieren un periodo de estratificación cálida y otro de estratificación fría sucesivos, por lo que se deben sacar de los frutos y sembrarse immediatamente en pleno verano. Hasta la llegada del invierno pasan el periodo de calor necesario para despertar la semilla del letargo y, hasta la llegada de la primavera, pasan el periodo de frío necesario para despertar la al embrión, por lo que la germinación ocurre a la primera primavera después de la siembra. En zonas donde no haga el suficiente frío en invierno es necesario dejar las semillas en el exterior entre julio y octubre y, seguidamente, meterlas en la nevera hasta la llegada de la primavera.



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