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lunes, 2 de septiembre de 2013

Pacratium Matitimum - Lirio marino

los Lirios marítimos son plantas bulbosas de tamaño medio muy apreciadas por la belleza de sus flores, con forma de trompeta y de color blanco intenso. Sus hojas verdes y en espiral son otro motivo de atracción. Se trata de una planta fácilmente cultivable en muchos tipos de ambientes, desarrollándose especialmente bien en suelos arenosos y salinos, por lo que puede ubicarse perfectamente en acuaterrarios marinos o salobres así como en los bordes de un estanque marino en la parte arenosa y medianamente húmeda. Es imprescindible su cultivo en exteriores o bajo iluminación artificial muy potente, pues estas plantas reclaman muchísima luz. Es una bulbosa muy común en las playas subtropicales, donde crece sin problemas en la misma arena e o en zonas más interiores siempre que el suelo esté extremadamente drenado.
Se trata de una bulbosa típica que se desarrolla a partir de un bulbo globoso similar al de los Jacintos, de unos 8 centímetros de ancho y 5 de alto, y que dispone de una capa externa de color marronoso (llamada túnica) que protege las escamas carnosas de reserva. El bulbo de esta planta es muy tóxico por ingestión. El sistema radicular de estas plantas, muy desarrollado y fornido, penetra profundamente en el sustrato para llegar a la capa freática en las zonas arenosas, lo que les permite absorber el agua de esos lugares, algo que muchas plantas no pueden hacer. Las hojas, dispuestas en roseta basal, parten del bulbo subterráneo, son de color verde intenso y tienen una forma espiriforme que es más pronunciada en las hojas viejas. Durante las estaciones cálidas produce llamativas inflorescencias en falsos corimbos compuestas por flores con forma de trompeta, de color blanco intenso y levemente perfumadas. estas flores constan de dos partes: La boca, formada por doce pétalos soldados casi en su totalidad, que contiene seis estambres largos y un pistilo mucho más corto en la zona central. Rodeando la boca se encuentran otros seis pétalos no soldados, bastante largos y rígidos, que se supone tienen la misión de proteger la boca de las flores. Estas pueden durar vivas hasta una semana completa. Una vez se marchitan aparecen los frutos, cápsulas dehiscentes que se abren en tres compartimentos que contienen varias semillas redondeadas, marrones y cubiertas con una funda triangular de color negro. Estas semillas caen al suelo y germinan por si mismas formando, con el tiempo, bellas praderas costeras. Son plantas vivaces cuya parte aérea, que dura sólo unos cuatro meses, se renueva cada año. Así, durante el Otoño y el invierno, la planta pierde todas las hojas y tallos florales, formando las hojas al principio de la Primavera y las flores al principio del verano, por lo que es muy extraño ver estas plantas con flores y hojas a la vez.
Estas plantas se cultivan muy fácilmente debido a su resistencia a las temperaturas extremas y a la sequedad ambiental, siendo una opción muy buena para estanques marinos exteriores o interiores, aunque en estos últimos casos se debe contar con muchísima luz para que florezcan adecuadamente. Sus requerimientos lumínicos son muy simples: Necesitan ser colocadas en un sitio que durante todo el día reciba abundante sol directo. De esta forma las hojas toman la energía necesaria para crear abundantes y grandes flores durante el verano. Cultivadas en interiores es indispensable colocarlas en el lugar más soleado de la casa o, en su defecto, situarlas bajo focos de luz artificial muy potentes para sustituir la falta de luz solar. Un defecto acusado de luz solar directa inhibe la floración al impedir que las hojas tomen la luz necesaria para llevarla a cabo. Se adaptan a todo tipo de suelos muy drenados, siendo especialmente recomendable plantarlas en suelos totalmente arenosos y que contengan algo de sal (resulta excepcional la arena fina de playas cercanas a los deltas de los ríos) cuyo drenaje sea muy rápido. Este tipo de suelos presentan el inconveniente de no retener apenas agua, por lo que es mejor que las macetas sean muy profundas (de al menos más de medio metro) para que siempre quede algo de agua en el fondo, al que las raíces de estas plantas llegan sin problemas. No son exigentes con el abono ya que viven en suelos muy pobres en nutrientes, conformándose con un poco de abono líquido genérico para plantas de flor una vez al mes. Cualquier exceso de abono, encharcamiento mínimo del sustrato o la humedad demasiado elevada son los peores enemigos de estas plantas, haciendo que mueran irremediablemente, por lo que no se deben plantar en tierra normal de jardín ni pulverizar excesivamente ni las hojas ni las flores. Son plantas adaptables a un rango de temperaturas que va desde 0 a 50 ºC, tolerando incluso heladas más o menos intensas (de hasta -6 ºC) y cambios muy bruscos de temperatura. Este factor y, especialmente, el frío invernal, propician la resistencia de los bulbos enterrados y que, a la temporada siguiente, creen hojas y flores más abundantes y resistentes. No son adecuadas para cultivarse en climas tropicales o con inviernos cálidos, pues se impide el reposo vegetativo a las plantas, causa de su muerte prematura. En estos casos no hay que sembrar semillas ya que estas tardan varios años en dar flores (a veces más de cuatro), y la vida de las plántulas en estas condiciones dura sólo dos años. Para conseguir flores en climas tropicales hay que plantar bulbos de gran tamaño y desecharlos cada dos años. Para alargar la vida de los bulbos en estas zonas climáticas basta con sacarlos del sustrato, limpiarlos bien y meterlos, durante tres meses, en el frigorífico a 8 ºC envueltos en papel de periódico (aunque, para más comodidad, se puede meter la maceta con el sustrato y el bulbo). Durante el periodo de reposo de los bulbos hay que suspender por completo los riegos y retomarlos cuando broten las primeras hojas.
Estas plantas se desarrollan con vigor situadas en las zonas de arena fina que constituyen los bordes de estanques marinos, aunque no deben situarse demasiado cerca del agua para evitar el sumergimiento de las raíces y, por consiguiente, la pudrición de la planta. Para acertar en este aspecto es recomendable medir el nivel freático (si éste se encuentra a más de medio metro de la superficie del suelo es un lugar ideal para estas bulbosas). Si se quieren situar más cerca del agua hay que construir montículos o terrazas a base de piedras que impidan que las raíces lleguen al agua. Pueden cultivarse en acuaterrarios marinos situadas en las zonas de arena emergidas, pero en estos casos hay que valerse de montículos de rocas para evitar el contacto de las raíces con el agua. Es mucho más fácil mantenerlas en estanques o acuaterrarios fríos que en tropicales, pues el reposo invernal que necesitan estas bulbosas se inhibe en los últimos, lo que acorta mucho la vida de estas plantas.
Estas plantas se propagan con mucha facilidad mediante semillas. Estas se entierran directamente en su sitio definitivo, y se puede quitar o no la funda negra que las protege antes del proceso de siembra. En una o dos semanas germinan. Si se hace en estanques al aire libre en climas fríos la siembra se realiza a finales de verano, mientras que en climas tropicales puede hacerse en cualquier momento del año.

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