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jueves, 12 de septiembre de 2013

Cannabis Indica - Marihuana

El género Cannabis está compuesto por tres especies de plantas de porte variable entre el herbáceo (C. Ruderalis) y el arbóreo (C. Sativa), de crecimiento muy rápido y conocidas en todo el mundo por su contenido en compuestos psicoactivos (THC) que tienen distintas aplicaciones médicas. A pesar de esto, el cultivo de estas plantas está estrictamente prohibido en muchos lugares del mundo para evitar el tráfico ilegal de cogollos, es decir, los capullos florales secados al aire, que contienen las sustancias responsables de la embriaguez, la euforia y la somnolencia al ser fumados (solos o mezcladas con tabaco normal), siendo una de las drogas más comunes en la actualidad. Otra característica especial de estas plantas es el intenso olor que emanan desde todos sus tejidos, muy agradable para algunos y totalmente detestable para otros, que causa principalmente somnolencia y, si la exposición es demasiado prolongada, puede causar la muerte en personas hipersensibles o con problemas immunitarios. La especie más cultivada es, con mucho, C. Indica, siendo la que más valor ornamental presenta y la que mejor se adapta al cultivo artificial. Es tambien extensamente cultivada al ser la que más THC presenta. Esta planta es originaria de las zonas montañosas de china (principalmente del Tíbet).

A menudo se dan muchas confusiones entre las tres especies originales de Cannabis, a lo que se añade la gran cantidad de híbridos creados. La C. Indica tiene porte arbustivo, no llegando a medir más de metro y medio de altura, mientras que la C. Sativa puede superar los tres e incluso los cuatro y la C. Ruderalis a penas llega al metro de altura. La estructura de estas plantas es siempre la misma: El tallo central, muy rígido y resistente pero sin lignificar soporta una gran cantidad de hojas que pueden ser muy similares entre especies originales e híbridos. En la C. Indica, las hojas son palmadas (como en el resto de especies e híbridos) aunque los foliolos son más anchos y menos numerosos que en la C. Sativa y más grandes que en la C. Ruderalis. Las hojas tienen un color verde esmeralda muy intenso, presentan los nervios muy marcados y se disponen de forma alterna. Las flores aparecen en las zonas terminales de cada rama y del tallo central, y están dispuestas en forma de espádice. Entre algunas de ellas se insertan algunas hojas. Sólo las plantas hembra producen las flores psicoactivas, por lo que son las más cultivadas. Las flores son apétalas y sólo son visibles los estambres, que en las flores masculinas son largos y blancos y en las femeninas, muy cortos y de color rosado muy pálido. Son precisamente estas flores las que emiten la mayor cantidad de olor de estas plantas, que puede llegar a percibirse hasta distancias considerables, lo que atrae a muchos insectos y, para desgracia del cultvador, a las autoridades pertinentes. Las semillas son rodeadas por una delgada pulpa de color marronoso que, una vez seca, se deshace y deja las semillas expuestas al exterior.
El cultivo de estas plantas no es fácil ya que requieren de compost, abonos y aguas especiales para ellas, pero en lo referente a la posición y al clima no son ni mucho menos más exigentes que las plantas de interior o de exterior más corrientes. Además, al tratarse de una planta anual (como las otras dos especies), su ciclo de vida dura más o menos seis meses coincidiendo con la estación cálida que se dá en sus lugares de origen, lo que permite el cultivo en exterior en zonas donde los veranos sean calientes. Por el contrario, si se desea cultivar Marihuana durante la estación fría es indispensable hacerlo en interior ya que la planta no tolera las bajas temperaturas (por debajo de 10 ºC se producen daños irreversibles). El cultivo de Marihuana interior debe constar de una potente iluminación artificial que alterne radiaciones azules (necesarias para el crecimiento) y rojas (que permiten la floración). La luz demasiado azulada no permite que la planta florezca pero sí que adquiera un gran tamaño creando más hojas. Por el contrario, la luz demasiado roja induce el florecimiento prematuro (apenas cuando la planta mide 15 centímetros de altura) resultando flores muy pequeñas y de escaso valor comercial. Muchos cultivadores expertos irradian las plantas durante tres meses con luz azul y el resto del ciclo vital con luz roja para permitir un correcto balance entre el tamaño y la floración, pues cuando más grande es la planta, más flores produce. A la hora de cultivar marihuana en el exterior es fundamental hacerlo cuando la planta tenga el tamaño necesario para florecer (al menos un metro veinte) ya que si se expone al sol demasiado pronto florece prematuramente. La temperatura del cultivo tiene que ser lo más estable posible, siendo lo ideal en torno a los 24 - 25 ºC con variaciones nunca superiores a 3 ºC. La planta reacciona perdiendo hojas y abortando las flores con variaciones de temperatura demasiado bruscas así como ante temperaturas demasiado bajas (inferiores a 14 ºC) y excesivamente altas (más de 30 ºC). Mantenerla en un ambiente demasiado seco hace que las hojas se sequen desde los bordes, por lo que siempre debe asegurarse una humedad relativa alrededor del 70 - 80%. La planta no tolera las heladas (ni si quiera los híbridos para climas fríos que soportan mínimas de hasta 8 ºC), por lo que es necesario protegerla a toda costa de este problema. Los suelos destinados al cultivo de Marihuana deben ser profundos, sueltos, abundantes en materia orgánica, prácticamente libres de caliza activa y de pH ligeramente ácido (entre 5,5 y 6). No puede sobrevivir en suelos demasiado apelmazados tanto por la asfixia que sufren las raíces como por el encharcamiento que puede ocasionarse con el riego copioso. Los suelos demasiado alcalinos o que presenten demasiada caliza activa producen clorosis foliar (amarilleo de las hojas) y puede llegar a detenerse por completo el crecimiento. El agua de riego no debe ser alcalina y el suelo se debe mantener siempre ligeramente húmedo (hay que evitar suelos demasiado sueltos que no retengan el agua). La Marihuana requiere abundante luz para sobrevivir, por lo que si se cultiva en exteriores es conveniente ponerla a pleno sol (en semisombra en las estaciones más cálidas y secas del año) y usar una luz artificial muy potente (del orden de kilovatios) en cultivos interiores. La luz solar demasiado intensa unida a las altas temperaturas quema las hojas. Hay que tener cuidado con las plantas esquejadas, pues vienen de un invernadero donde crecen con luz artificial (si se ponen directamente al sol, se dañan irremediablemente). Para adaptarlas al sol directo debe hacerse durante un mes situando las plantas de forma que reciban tres horas de sol directo (de la mañana o de la tarde) y el resto de horas de sombra. El abonado debe realizarse desde el inicio de la vegetación de las plantas y, dado su rápido crecimiento, debe realizarse semanalmente. La Marihuana agota con rapidez los nutrientes del suelo dado su rápido crecimiento, por lo que son normales las carencias en plantas no atendidas correctamente. Las carencias nutritivas hacen que la planta vaya creciendo más despacio y disminuya el tamaño de las hojas (en casos graves puede paralizarse completamente el crecimiento y morir la planta), por lo que el abonado es imprescindible. Existen productos nutritivos específicos para estas plantas. A la hora de cosechar las flores debe cortarse la planta entera por la base y dejarla secar en un sitio ventilado colgada boca abajo. Los cogollos se conservan durante semanas sin perder sus propiedades siempre que se guarden en sitios muy secos y oscuros.
La Marihuana es afectada por numerosas plagas, entre las que destacan la Araña roja y el Pulgón. Además de los daños directos que causan perforando los tejidos de la planta para alimentarse de su savia, estos parásitos pueden transmitir enfermedades que acaban fácilmente con esta planta. La sensibilidad de la Marihuana a los parásitos hace que deje de crecer completamente si la infestación es importante, lo que produce enormes pérdidas de rendimiento. Se deben usar insecticidas específicos para ella o, si la situación aún no es grave, humedecer el ambiente alrededor de la planta, pues las Arañas rojas y los Pulgones no soportan la humedad.
La agradable forma y el color verde de sus hojas y su necesidad de humedad ambiental elevada hacen que la C. Indica sea ideal para decorar los bordes de estanques de agua dulce exteriores (en zonas tropicales o templadas) o interiores (siempre que haya muchísima luz que les permita el crecimiento). Es mejor plantarlas a un metro o dos del agua para evitar el sumergimiento de las raíces en la capa freática, lo que provoca su pudrición y, en consecuencia, la de toda la planta. Si se quieren colocar más cerca del agua se deben plantar en macetas altas o en montículos construidos con ladrillos o rocas para evitar que las raíces toquen el agua. Forma bellos muros vegetales con Calas, Cóleos, Cymbidiums y Ricinos, pero la gran cantidad de olor que emiten y a la fuerza del mismo, no es recomendable plantarlas especialmente en interiores, pues en poco tiempo toda la estancia puede tener un olor muy intenso que no es agradable a todos los olfatos.
A pesar de lo difícil de su cultivo, la reproducción de C. Indica es muy sencilla, y puede hacerse mediante semillas o por esquejes. En ambos casos el proceso se puede hacer durante todo el año en zonas cálidas y al principio de la primavera en zonas de inviernos fríos. Las semillas se entierran en un semillero el sustrato del cual debe estar formado por turba, vermiculita o arena muy fina, se cubren con un plástico transparente y se ponen en un lugar iluminado y cálido (a unos 22 grados). Tan pronto como aparecen las primeras plántulas, se destapan y se mantiene la humedad muy alta. Una vez que se forman al menos dos o tres hojitas palmadas se pueden posicionar en su lugar definitivo. El método del esquejado es bastante más sencillo, y consiste en cortar trozos de tallos nuevos de unos 12 centímetros de largo y sacar las hojas de la parte inferior. Seguidamente se rebozan los agujeros donde habían las hojas con hormonas de enraizamento, se entierran en sustrato compuesto por turba, vermiculita y arena fina y se tapan con plástico transparente. La temperatura y la humedad deben ser elevadas para facilitar el enraizamiento. En al menos una semana emiten raíces, tras lo cual pueden ser plantados en macetas individuales.




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