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viernes, 27 de septiembre de 2013

Hibiscus - Rosa Sinensis - Hibisco

El Hibisco es una especie de Arbusto más o menos grande extensamente cultivado por sus flores, muy grandes y vivamente coloreadas. A pesar de que sobrevive sin ningun problema en muchos tipos de climas (sobreviviendo incluso en zonas montañosas con inviernos muy severos) se desarrolla mucho mejor en zonas tropicales y templadas con inviernos suaves que no lleguen a helar. Es muy frecuente observar grandes cantidades de estos arbustos en las zonas residenciales costeras de toda península Ibérica (especialmente en el litorar mediterráneo), pero estos arbustos son originarios de Asia Oriental, aunque su profusión como planta ornamental ha conseguido que se dé en casi todas las zonas tropicales y templadas del planeta. Como curiosidad mencionar que en Malasia la flor nacional es la de este arbusto.

Se trata de un arbusto de crecimiento muy rápido y a menudo muy desordenado y desigual, siendo muy frecuente que estén extremadamente emmarañados en zonas donde no se les poda cada año. La planta parte de un tronco central grueso, rígido y totalmente lignificado del que nacen muchísimas ramas que aunque en un principio no tienen leña la van formando a medida que envejecen. De cada rama pueden salir muchas más desde la zona de unión entre las hojas y el mismo tallo, creándose auténticas redes vegetales que ocultan de la visión normal todo aquello que ocurra en la zona más interna de la planta (incluso enfermedades graves y otros trastornos). Las hojas son alternas, de mediano tamaño, lisas, con forma de lanza y con los bordes ligeramente aserrados. Tienen un color verde muy claro e intenso cuando son jóvenes, oscureciéndose con el paso del tiempo hasta adquirir una tonalidad verde muy oscura. Las flores son grandes, solitarias y surgen de los nudos de los tallos sin lignificar. Están formadas por cinco pétalos redondeados y ligeramente peludos, soportados por cinco sépalos en la base de la corola. Lo más llamativo de estas flores es el órgano sexual, que consta de un pedúnculo rígido que emerge del centro de la corola y en cuyo extremo se encuentra el pistilo. Rodeando a éste se hallan varios estambres que liberan grandes cantidades de polen. Estas flores no presentan ningu tipo de fragancia, duran hasta una semana y se presentan en gran número desde el inicio de la primavera hasta la llegada del invierno (si bien en zonas de inviernos cálidos florecen durante todo el año sin interrupción). El color original de las flores es el rojo intenso, aunque en la actualidad se han creado una gran variedad de híbridos cuyas flores son rosas, amarillas, blancas, púrpuras y naranjas, a veces con mezclas bicromáticas. Al marchitarse las flores aparecen los frutos pentacarpelares, robustos y con gran cantidad de pulpa. Tienen forma de huso y en su interior se hallan las diminutas semillas de la planta. Se trata de un arbusto de mediano tamaño que, en ciertos casos, puede superar los cuatro metros de altura, aunque normalmente suelen quedarse en dos metros si están en jardines y no suelen superar el metro veinte si se plantan en macetas de gran tamaño.
Aunque pueda no parecerlo, el cultivo de este bello y decorativo arbusto es muy sencillo, estando al alcance de cualquier persona (incluso para aquellas que no presten demasiada atención a las plantas). Debido a que toleran desde luces bastante ténues (como las de habitaciones interiores sombrías) hasta iluminaciones potentísimas (como la luz solar directa) para que se den abundantes y bonitas flores es imprescindible que la planta esté puesta al sol directo durante prácticamente todo el día (no importa la temperatura del aire, llegando a soportar largos periodos de sequía extrema), pues si no recibe suficiente cantidad de luz solar no florece. Se adaptan sin problemas a una gran variedad de suelos, desde los extremadamente alcalinos hasta los formulados para plantas acidófilas, pasando por terrenos salinos y bastante compactados, soportando incluso encharcamientos considerables durante hasta una semana. Lo mejor es, sin embargo, mantener a este arbusto en un suelo bien suelto y con un excelente drenaje que pueda retener algo de agua y que, al mismo tiempo, no pueda encharcarse. Estas plantas necesitan bastante agua para florecer y desarrollarse con fuerza, por lo que los riegos deben ser generosos durante el verano, regando sólo lo necesario para que el sustrato se mantenga siempre húmedo, y menos cuantioso en invierno en caso de que se cultiven en zonas frías. Soportan un abanico muy amplio de temperaturas, que va desde los -10 hasta los 50 ºC y comportándose como una planta caduca en zonas frías en las que la temperatura invernal desciende por debajo de 10 ºC. No hay que alarmarse en estos casos, pues cuando la temperatura suba de nuevo empiezan a brotar y crecer con mucha rapidez nuevas hojas y ramas. Las heladas fuertes no dañan a estos arbustos, pero siempre que no sean extremadamente largas, en cuyo caso se podría producir la muerte por frío excesivo. Requieren un abonado semanal con abonos para plantas de flor para asegurar el nacimiento de las mismas de forma numerosa y exhuberante. Para evitar el temible emmarañamiento (lo que hace muy difícil limpiar puntualmente la planta al esconderse la zona central) y al mismo tiempo asegurar el buen número y tamaño de las flores, hay que podar a estos arbustos una vez finaliza la floración: Basta con cortar todos los tallos sin lignificar que haya, dejando sólo los leñosos. Arrancar las flores pasadas antes de que se marchiten ayuda a prolongar la floración. La única plaga que sufren estos arbustos son los pulgones, que atacan los capullos florales de pequeño tamaño antes de que se formen. Esto no parece ser un problema, pues estos capullos dan igualmente bellas y grandes flores. Si los capullos se caen justo antes de abrirse significa que la temperatura ha descendido bruscamente, por lo que conviene proteger estas plantas durante las estaciones frías de los cambios bruscos de temperatura.
 Las tierras mojadas y permanentemente húmedas de las immediaciones de un estanque son los mejores lugares para plantar Hibiscos, pues el suministro de agua queda totalmente garantizado, así como un bello toque de color y formas sutiles que adornan muy bien cualquier zona en la que se ubiquen. Como se ha comentado con plantas anteriores, el posicionamiento justo en la orilla del agua sólo se puede realizar con montículos y macetas lo bastante altos para evitar que las raíces queden sumergidas en el agua, acabando por pudrirse. Se pueden combinar efectivamente con Gardenias, Vincas y otras plantas de flor para embellecer el colorido de las orillas de cualquier estanque, siendo además muy efectivas como protección para otras plantas ya que actuan de colector al atraer a todos los pequeños animales invasores, que por cierto no parecen causar daño alguno a los Hibiscos. De este modo se evita que las plagas se propaguen por otras plantas más delicadas.
La propagación de este arbusto se lleva a cabo mediante esquejes y semillas. Las ramas semileñosas procedentes de la poda otoñal son excelentes como esquejes, y para que enraicen hay que untar la zona de corte con hormonas de enraizamiento, quitar las hojas más inferiores, enterrarlo en un sustrato suelto y fino y mantenerlos a unos 24 - 25 ºC de temperatura y con humedad ambiental del orden del 50%, echando raíces en unas dos o tres semanas. Las semillas se pueden recoger de los frutos maduros y se siembran a finales de invierno en su lugar definitivo, germinando en una semana y creciendo rápidamente. Algunos viveristas señalan la posibilidad de realizar injertos para su multiplicación, pero para esto hay que usar plantas semiarbóreas como portainjertos, siendo el procedimiento bastante complicado y delicado.

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