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viernes, 20 de diciembre de 2013

Primula Acaulis - Prímula

Las alegres y coloridas Prímulas son unas pequeñas plantas vivaces muy cultivadas en todas partes por su resistencia y la sencillez que entrañan sus cuidados. Presentan, además, la virtud de florecer durante el invierno, cuando pocas otras plantas lo hacen. Se pueden ubicar en macetas, jardineras, terrazas, balcones e incluso en estancias de interior bien iluminadas. Estas plantas son originarias de las zonas frías del norte de Europa (Noruega, norte de Alemania, Balcanes, ...) y de las zonas frescas del norte de África.

Se trata de plantas herbáceas de unos 15 centímetros de altura (normalmente algo menos, unos 10) que disponen de un sistema radicular muy superficial formado por una raíz principal larga y vertical de la que parten diversas raicillas más finas que tienen la función de anclar la parte aérea al sustrato y tomar de éste los nutrientes necesarios para el desarrollo vegetativo. Las hojas son ovaladas, con la superfície muy ondulada y tosca al tacto y los bordes ligeramente dentados. Poseen las nerviaduras muy marcadas y son de un color verde muy intenso. Poseen un cuello central del que nacen todas las hojas, dispuestas de forma alterna, aunque pocas veces puede verse dado su pequeño tamaño y la densidad del conjunto de hojas y flores. Las flores se disponen en forma de corimbo en la zona más alta de la planta, aunque son solitarias y están unidas a la planta mediante un largo pedúnculo erguido. Miden unos 5 centímetros de diámetro, son pentapétalas y dioicas, es decir, existen plantas macho cuyas flores tienen un único pistilo muy visible y plantas hembra las flores de las cuales sólo poseen estambres largos. No existen variaciones en el aspecto general de las flores según su sexo. El color de las flores es muy variado: Amarillas, rojas, violetas, rosadas, azules, blancas y mezclas bicromáticas, y desprenden una débil pero agradable fragancia. Las semillas son muy pequeñas y ligeras, y para germinar no necesitan oscuridad, por lo que es normal que se produzca autosembrado al caer alrededor de la planta madre. Esto sucede especialmente si se encuentran en jardines o en macetas muy grandes.
Aunque cultivas Prímulas es en realidad sencillo es normal que sucedan numerosos fracasos debido al mantenimiento incorrecto, problema al que estas floríferas plantas son muy sensibles. Es fundamental para las Prímulas que la temperatura ambiente no sea excesivamente elevada (como mucho 23 ºC) para favorecer la duración de la planta y su correcto desarrollo y floración. Si se mantiene en lugares demasiado caldeados las flores se marchitan antes y las hojas acaban cayendo, siendo más normal que se suceda la muerte al intervenir otro nefasto enemigo: La sequedad ambiental. Las prímulas necesitan una atmósfera siempre húmeda (humedad relativa en torno al 70% de forma constante), algo que se puede lograr pulverizando a diario las immediaciones de la planta pero sin mojar las hojas ni las flores o poniendo la maceta sobre un plato con grava mojada. Estas plantitas sí soportan bien el frío (de hecho, las bajas temperaturas invernales prolongan la duración de las flores e intensifican su color) pero no las heladas (la temperatura mínima no debe bajar de 5 ºC), situaciones en las que las hojas acaban dañándose y la planta muere de frío. Es indispensable aumentar la humedad del aire por cualquier medio si hace demasiado calor. Como toda planta con flor, las Prímulas necesitan una buena iluminación que les dé los nutrientes necesarios para florecer abundantemente. Si se cultiva en el exterior debe colocarse en un lugar que reciba algo de sol matinal (unas 4 horas diarias), aunque si las temperaturas son frescas todo el año (máximas anuales de 21 ºC) pueden ponerse sin problemas al sol directo durante todo el día. Se da el hecho de que, cuanto más alta es la temperatura, menos tolerancia presentan al sol directo, de forma que en momentos demasiado calurosos es mejor ponerla en semisombra o completamente a la sombra. El exceso de sol directo combinado con temperaturas elevadas acaba quemando toda la planta. Requieren un sustrato muy suelto, muy aireado y que drene bien dada la delicadeza y fragilidad del sistema radicular, que es muy sensible a la pudrición y al constreñimiento, causa esta que deriva en la inhibición del crecimiento y la floración al impedir la absorción de agua y nutrientes. Es recomendable que el pH sea neutro o ligeramente alcalino (pH entre 7 y 8) y que no contenga nada de sal, pues no la toleran. Para evitar que el suelo se apelmace demasiado se puede mezclar con arena gruesa o estiércol antes de la plantación. Como he comentado antes, las Prímulas necesitan una humedad elevada, tanto en el aire como en el suelo, que debe regarse sólo lo justo para mantenerlo bastante húmedo, pero sin encharcamientos (que pudren las raíces) ni, por supuesto, dejar que se seque (las plantas mueren en poco tiempo). Es común en estas plantas el déficit hídrico, del que frecuentemente no se recuperan aunque sea por poco tiempo, por lo que conviene no descuidar el riego. Es preciso abonarlas una vez a la semana con un producto específico para plantas de flor durante el otoño y el invierno, cuando florecen, y una vez cada dos o tres semanas durante el resto del año. A pesar de que una misma planta puede vivir varios años, en la práctica se desechan cuando termina la floración ya que las siguientes flores son más pequeñas, descoloridas y llamativas, situación que va agravándose hasta que dejan de florecer. Su bajo precio y su enorme disponibilidad en todo tipo de tiendas durante el invierno ayuda a obtener nuevas plantas.
Las Prímulas forman parte, en la naturaleza, de la vegetación ribereña de los cursos de agua dulce, por lo que se desarrolla especialmente bien en las cercanías de un estanque de agua dulce siempre que reciba abundante luz y la temperatura sea fresca, por lo que es mejor usarla para decorar estanques de agua fresca en los que se mantienen Kois y otros peces de agua fría. Debido a la poca profundidad a la que llegan las raíces, se pueden plantar bastante cerca del agua, algo que las beneficia bastante al estar el suelo siempre húmedo, lo que hace que no haya que regarlas. Sí es preciso tener cuidado de que las raíces no se sumerjan en el agua, lo que acaba pudriéndolas. Se puede asociar con otras plantas florecientes de vivos colores como Cinerarias, Vincas, Bulbosas de todo tipo, sintiéndose más cómodas si se posicionan bajo platas altas y frondosas que les den sombra.
Estas plantas se reproducen con mucha facilidad mediante semillas. Basta con sembrarlas al principio de la primavera, ocurriendo la germinación en unos 20 días. La siembra de las prímulas debe realizarse en superfície, es decir, distribuyendo las semillas homogeneamente por toda la capa superior de sustrato sin enterrarlas, pues necesitan luz para germinar. Este conjunto de tierra y semillas se tapa con un film transparente y se mantiene con elevada humedad a unos 15 ºC. Para conseguir mejores resultados es recomendable usar pequeños invernaderos de cristal que se venden en cualquier establecimiento dedicado a la jardinería. Las plántulas crecen con bastante rapidez y deben mantenerse siempre en un lugar fresco y húmedo hasta que alcancen los 8 centímetros de altura, momento en el que se pueden pasar a macetas individuales. También se pueden multiplicar vegetativamente mediante la división del cuello al principio del otoño, cortando con cuidado una parte del mismo con una herramienta desinfectada y enterrándolo en un sustrato fresco, suelto y húmedo. Si la temperatura es de unos 17 - 18 ºC, reemprende su desarrollo en una semana o menos, formándose una planta idéntica a la original.

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