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sábado, 6 de julio de 2013

Centropyge Loriculus - Pez Ángel de fuego

Los peces Ángel del género Centropyge son de los más demandados entre todos los pomacántidos por su pequeño tamaño, su vistosa coloración y su generalmente fácil adaptación. Muestran, además, una actitud bastante más tranquila que las especies del género Pomacanthus, por ejemplo, siendo, además, menos dañinos con los invertebrados. En conctreto, el Ángel de fuego habita en las aguas tropicales del océano Pacífico, siendo muy abundante especialmente en la Gran Barrera de Coral Australiana, encontrándose en menos cantidad en las Islas Hawaii. Viven en solitario o en parejas en arrecifes coralinos, a una profundidas oscilante entre 1 y 30 metros.

Se puede decir que son, por ejemplo, Ángeles emperadores en miniatura dada la absoluta semejanza física que presentan con sus primos más grandes. Su cuerpo está muy comprimido lateralmente, con aletas cortas y rígidas, musculatura desarrollada para nadar mejor, ojos de pequeño tamaño y boca más bien pequeña. La aleta dorsal se extiende desde el final de la cabeza hasta el pedúnculo caudal, y la anal, desde el ano hasta allí. Ambas tienen la zona terminal redondeada. La aleta caudal es redondeada y sin bifurcar, y las pectorales son redondeadas. Las aletas ventrales terminan en punta. Presentan, en cada opérculo branquial, una gruesa y afilada espina que usan para defenderse de depredadores o en combates territoriales entre ellos o con otras especies. Dicha espina puede causar dolorosas heridas si se les manipula inadecuadamente. Su líbrea consiste en hasta cinco rayas verticales de color negro sobre un fondo rojo anaranjado muy vivo (color este que se extiende hasta las aletas pectorales, ventrales y dorsales) siendo la zona terminal de las aletas anal y dorsal de color azul violáceo con rayas negras horizontales. La aleta caudal es naranja, pero casi invisible. Sus ojos son de color rojo intenso. No presentan dimorfismo sexual, pueden medir 10 cm de largo y vivir hasta 7 años.
Es uno de los Centropyge más sencillos de mantener. A pesar de su pequeño tamaño defienden un territorio asombrosamente grande, por lo que el acuario para albergar a un solo ejemplar debe tener unos 400 litros como mínimo (aunque algunos los adaptan durante años a acuarios de menos de 100 litros). Es indispensable respetar esta regla ya que sufren mucho estrés en medios demasiado menudos, siendo más proclives a enfermar, mucho más agresivos y menos longevos. La decoración debe estar formada por abundantes objetos sólidos que les proporcionen cuevas o agujeros en los que ocultarse, siendo muy recomendable la roca viva ya que posee pequeños animales que complementan su dieta natural. El agua debe estar muy iluminada, agitada y oxigenada. La densidad debe mantenerse entre 1.020 y 1.028, y la temperatura entre 24 y 28 ºC. No son tan sensibles a los nitratos como otros peces Ángel, tolerando hasta 70 ppm de este componente, aunque los nitritos y el amoniaco no deben estar presentes. Son algo más resistentes que otros peces del género como el C. Acanthops, aunque pueden sufrir distintas enfermedades geaves (especialmente erosión de la línea lateral) si las condiciones acuáticas son muy nefastas o, con más frecuencia, si la alimentación que reciben no es la adecuada.
A pesar de que aceptan sin reparos cualquier alimento cuando estan perfectamente adaptados están bastante especializados en ciertas especies de invertebrados (Esponjas, Anémonas y algunos Corales) que es indispensable simular en el acuario para que se mantengan sanos. Existen algunos preparados específicos para peces Ángel, así como algunos suplementos líquidos para añadir a los alimentos corrientes. Durante los primeros días deben alimentarse especialmente de alimentos vivos o, a lo sumo, con congelados. Si se trata de ejemplares muy jóvenes se adaptan con facilidad al alimento congelado, aceptando poco tiempo después el seco. Los ejemplares demasiado mayores recién capturados en la naturaleza mueren irremediablemte al no alimentarse de nada. Las condiciones acuáticas y sus compañeros influyen en su adaptación al alimento.
Se trata de peces temperamentales cuya agresividad es directamente proporcional al tamaño del acuario aunque durante al menos unas dos semanas se muestran más bien tímidos y asustadizos hasta adaptarse completamente. Así, en acuarios menores de 200 litros son animales muy insociables que no suelen tolerar a ningun otro pez, y esto es debido a la extensión de su territorio. Sólo es recomendable su asociación con otros peces con carácter (Damiselas, algunos Lábridos, peces Ballesta, algunos Cirujanos, ...) y que no presenten demasiadas similitudes en forma física y coloración (algo que suelen reunir algunos peces Mariposa) en acuarios de más de 200 litros siempre que éstos dispongan de muchos refugios. Para disminuir su agresividad es necesario introducirlos en último lugar. Asociarlos con otros Centropyges o con sus primos los Pomacanthus es complicado, y sólo se puede estar seguro de que no se den peleas si el acuario es mayor de 500 litros y hay suficientes escondites, teniendo además la precaución de introducir a todos los peces a la vez y en la fase juvenil, debiendo hacer esto también para las parejas. No son tan dañinos para los Corales y los Hidrozoos como los Pomacanthus, llegando a ignorar a animales demasiado tóxicos (Euphillias, algunas Anémonas, ...) y llegando en bastantes casos a regular muy bien las poblaciones de Hidrozoos invasores como los Myrionemas.
Es totalmente posible reproducirlos en un acuario siempre que el agua esté muy pura (0 ppm de cualquier compuesto nitrogenado) y que el acuario sea específico y con un volumen mínimo de unos 500 litros. Son animales hermafroditas, soliéndose formar las parejas juntando a dos ejemplares de distinto tamaño introducidos a la vez en el mismo acuario. El desove empieza poco antes de apagarse las luces, siendo muy recomendable mantener bien constante el fotoperiodo para favorecer la freza. El macho busca a la hembra en su territorio y, tras un elaborado baile nupcial, esta dispersa los huevos en la columna de agua para que el macho los fecunde después. Los huevos suben a la superficie del agua de immediato, siendo muy recomendable ponerlos a buen recaudo para evitar que los adultos los devoren. La eclosión se produce al cabo de cuatro días, y los alevines deben ser alimentados con Rotíferos hasta que tengan el tamaño adecuado para devorar Artemias recién eclosionadas. Cualquier variación brusca de las condiciones del agua, así como la más mínima contaminación por nitrógeno, pueden acabar con la totalidad de los alevines en poco tiempo, por lo que hay que mantener el agua siempre muy pura y con los parámetros bien estables.

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