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lunes, 3 de marzo de 2014

Ficus elastica - Ficus común

Las plantas pertenecientes al género Ficus son muy cultivadas en todo el mundo con todo tipo de finalidades: Ornamentales (como el Ficus benjamina, el Ficus pumila y el Ficus elastica), alimenticios (como la Higuera) y para la obtención de medicamentos, fibra y látex. El Ficus común es la planta más conocida y cultivada de este género después de la Higuera, siendo muy habitual observarla en jardines públicos y privados, en maceteros como planta de interior y como componente de muchas composiciones vegetales. Su gran resistencia a las condiciones desfavorables (entre las que se pueden citar las bajas temperaturas) y su rusticidad ayudan a que sea muy cultivada en todas partes. Este Ficus es originario del nordeste de la India y del sur de Indonesia, donde crece principalmente de forma aislada bajo otros árboles frondosos.

El F. elastica es en realidad un árbol de dimensiones imponentes. En su zona de origen se han observado ejemplares de más de 40 metros de altura que podrían tener más de 200 años. El tronco, bastante liso y poco agrietado, mide hasta dos metros de diámetro, y sujeta fuertes ramas lisas y gruesas que miden más de dos metros de largo. Las hojas son alternas, grandes (de hasta 20 centímetros de largo y unos 10 de ancho, aunque en ejemplares jóvenes son bastante más grandes, de hasta 40 centímetros de largo y 20 de ancho), muy coriáceas, brillantes y tienen un color verde rojizo que cambia a verde claro a medida que envejecen. Tambien existe una variedad ornamental híbrida denominada "Variegata" cuyas hojas son de color verde con manchas de color blanco cremoso. Lo más curioso y a la vez ornamental de esta planta es que las hojas que aún no han salido se encuentran rodeadas por una vaina de color rojo intenso que cae por si sola cuando la hoja se abre por completo. Dentro de cada hoja se desarrolla una nueva. Las flores son muy pequeñas, monoicas, apétalas e insiginificantes, y sólo pueden ser polinizadas por un determinado tipo de insecto que únicamente existe en su zona de origen. Los frutos, denominados higos, están formados por el cierre del receptáculo floral y la carnificación de su interior. Sólo contienen una semilla y la pulpa es insípida pero comestible. Este árbol no fructifica en zonas distintas a la de su origen ya que las flores no se polinizan al no existir el insecto encargado de hacerlo. Las armas más poderosas de esta planta son sus raíces: Están fuertemente linginificadas, son muy largas, gruesas y fuertes y se abren paso a traves de cualquier tipo de suelo buscando las capas freáticas. No hay que plantar un F. elastica demasiado cerca de edificios ni de conducciones de alcantarilla ya que sus raíces levantan el suelo, deforman los fundamentos desgastados de las casas y revientan conductos subterráneos, siendo muy difícil eliminarlas por completo debido a la profundidad a la que llegan. No hay que subestimar estas raíces: Se han llegado a extraer de más de un metro de diámetro, casos en los que ha habido que cortarlas con motosierra. Cuando se daña algun tejido duro de esta planta surge una gran cantidad de látex espeso y blanquecino con el que se fabrican productos plásticos distintos (como el chicle corriente). Es importante evitar el sangrado (pérdida excesiva de látex) ya que la planta puede dañarse gravemente e incluso morir. Para evitar este peligro basta con cubrir las heridas rezumantes con ceniza o polvo de carbón. Es necesario tener cuidado: Este látez pastoso es tóxico: Irrita la piel y las mucosas y es mortal si se ingiere.
Esta planta no ofrece ningun problema a la hora de cultivarla: Es muy resistente, se adapta a casi todo tipo de condiciones y admite muchos tipos de emplazamientos. Este Ficus se puede cultivar en maceta o en un jardín ancho y voluminoso (recordar el peligro de sus raíces para las construcciones). En ambos casos el suelo no es excesivamente importante, pero los prefiere medianamente sueltos, bien drenados, bien aireados y abundantes en materia orgánica. Lo más apropiado para este árbol es la tierra normal de jardín o, en caso de que el suelo del jardín sea en exceso arcilloso, conviene aligerarlo con estiércol, compost vegetal o arena de grano grueso. No le van bien los suelos arcillosos ya que las raíces se pueden asfixiar, y los arenosos no son adecuados ya que, además de no retener nada de agua, no disponen de materia orgánica suficiente. Este árbol gusta de suelos que se mantengan siempre húmedos, por lo que lo mejor es regarlo de forma regular pero sin que el suelo se encharque, pues se pudren las raíces. El pH del suelo puede mantenerse entre 6 y 8, pero no tolera la sal, que produce clorosis foliar y debilitamiento progresivo terminando con la muerte generalizada de la planta. Puede aguantar periodos de sequía más o menos largos siempre que se trate de árboles de gran tamaño, bien establecidos y si la temperatura no es excesivamente elevada, de lo contrario se producirá la languidez de las hojas y su posterior caída. Un Ficus que tenga este problema difícilmente se recupera por completo, por lo que es mejor evitar el déficit hídrico en situaciones tórridas. Este Ficus es muy adaptable a la temperatura, sobreviviendo en el intérvalo comprendido entre -2 y 45 ºC. No tolera las heladas fuertes ni las temperaturas excesivamente elevadas, por lo que si se dan estas circunstancias climáticas es mejor resguardarlo en un invernadero o en casa para evitar problemas. Si la temperatura ambiente es demasiado elevada es recomendable rociar las hojas cada día con agua fresca para evitar que se sequen. Bajo condiciones de frío intenso tiene tendencia a perder las hojas, problema del que le cuesta mucho recuperarse. Como cualquier árbol de gran tamaño, el F. elastica necesita muchísima luz para desarrollarse con normalidad, por lo que la exposición más adecuada es el sol directo. Aun así, si hace demasiado calor es mejor resguardarlo (especialmente en las horas más calientes del día) para evitar que las hojas se quemen. Si no recibe suficiente luz su crecimiento se ralentiza pero sus hojas son más grandes y vistosas, siendo por esto muy usada como planta de interior siempre que se mantenga en estancias muy iluminadas. Este árbol exige bastantes nutrientes en el suelo, lo que unido a su rápido crecimiento hace necesario un abonado semanal con un producto para plantas de hoja. Es muy sensible a la carencia de abono, hecho fácilmente detectable por el amarilleamiento de las hojas y la disminución de su crecimiento y tamaño. Un déficit nutritivo acusado termina con la vida del árbol.
Este árbol se desarrolla muy bien en suelos donde abunda el agua, por lo que crecerá muy bien en las orillas de un estanque de agua dulce. Debido a la profundidad a la que llegan sus raíces se hace necesario situarlo en un sitio donde el nivel freático llegue por lo menos a 5 o 6 metros o, en otros casos, plantarlo en un contenedor amplio y poner éste cerca del agua. Su tronco liso y robusto resulta ideal para amarrar plantas epífitas y su densidad foliar otorga una valiosa sombra a plantas que no gustan de la luz demasiado intensa. Puede asociarse con otros árboles robustos y de gran tamaño.
La reproducción mediante semillas, a pesar de ser bastante fácil, sólo se puede dar en su zona de origen al no existir el insecto específico que la poliniza en el resto del mundo. Si, a pesar de esto, se puede disponer de semillas en buen estado, su germinación es fácil ya que no necesitan pasar periodos de frío para hacerlo ni ningun tratamiento adicional. Basta con sembrarlas en su lugar definitivo en cualquier momento del año (en zonas de inviernos fríos se deben sembrar al principio de la primavera) y mantener el suelo húmedo. Germinan en dos o tres semanas. Los métodos más usados comercialmente son el esquejado apical y el acodo aéreo. El esquejado consiste en cortar los últimos 10 o 12 centímetros de una de las ramas de un árbol adulto, empapar la zona de corte con hormonas de enraizamiento y mantenerlo enterrado en un sustrato suelo y húmedo a unos 25 ºC (si el aire a su alrededor se mantiene húmedo, mejor). En al menos un mes enraiza y se puede traspasar a su lugar definitivo. El acodo aéreo es el método más eficaz, y cosiste en practicar una incisión recta en la zona terminal de una de las ramas, untarlo con hormonas de enraizamiento, envolverlo con musgo (sirve también algodón o gasas para cubrir las heridas) y mantenerlo húmedo durante unos meses. Cuando las raíces aéreas sean visibles basta con cortar esta rama por debajo de éstas y plantarla en su lugar definitivo.  

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