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martes, 25 de marzo de 2014

Durio zibethinus - Durianero

El Durianero es el árbol frutal más conocido en los trópicos de todo el mundo por sus grandes y curiosos frutos, que se consumen frescos preferentemente en la región tropical ya que su precio fuera de esta zona es bastante elevado. Originario del sureste de Asia, actualmente existen varias plantaciones monoespecíficas dedicadas a su producción. Lo más buscado de este árbol, además de la pulpa del fruto, son las semillas que se consumen asadas, en tartas después de machacarse o confitadas al igual que las castañas. Su uso ornamental se restringe prácticamente a las regiones tropicales dada la gran dificultad para encontrarlo fuera de su hábitat predilecto siendo el uso más extendido el de planta de interior o como Bonsai.

El Durianero es un árbol de dimensiones imponentes, con una altura de más de 20 metros y hasta más de 10 de ancho, ramificando normalmente casi a nivel del suelo y con múltiples troncos que parten de la misma base y que pueden medir unos 50 - 60 centímetros de diámetro. La corteza es amarronada, fisurada y se desprende con dificultad en tiras largas y resistentes. Las hojas son elípticas, de color verde intenso, con la nerviación muy marcada, los bordes lisos y tanto el anverso como el reverso sin pilosidad evidente. Se disponen de forma alterna a lo largo de cada rama de forma muy abundante. Las flores, blancas, muy abundantes y llamativas, se disponen en inflorescencias terminales al final de cada rama. Son pentapétalas, con un solo cáliz y no tienen fragancia. A pesar de producirse muchas flores nunca cuajan demasiadas ya que duran muy poco y, además, muchas se pierden con el calor, el sol y los vientos ocasionales, por lo que, de cada 20 - 30 flores que se forman, sólo se crean cuatro o excepcionalmente cinco frutos que tardan tres meses en madurar. Los frutos son muy grandes (de hasta 40 centímetros de diámetro), son tricarpelares y la piel está recubierta por duros piscos piramidales. En el interior de cada fruto se hallan tres semillas con forma de pera de unos 5 - 6 centímetros de diámetro envueltas por una pulpa amarilla o anaranjada, de consistencia fibrosa, de desagradable olor pero de excelente sabor a miel. Se trata de un árbol longevo que puede vivir más de 100 años y sostener grandes cantidades de frutos durante mucho tiempo.
El cultivo del Durianero sólo es posible de forma más o menos sencilla en zonas tropicales o, como mucho, en las subtropicales donde los inviernos no sean demasiado duros ya que este árbol es extremadamente sensible al frío. La temperatura ideal para su desarrollo está comprendida entre 22 y 28 ºC aunque puede tolerar máximas superiores a los 40 siempre que el suelo se mantenga muy húmedo. Temperaturas inferiores a 20 ºC detienen por completo el crecimiento vegetativo y valores inferiores a los 10 ºC acaban rápidamente con su vida. Tampoco tolera la más ligera helada, por lo que en zonas donde los inviernos tengan temperaturas mínimas inferiores a los 10 ºC o heladas (aunque sean débiles o muy cortas) es necesario resguardarlo en interior o en un invernadero para volver a sacarlo fuera cuando pase el riesgo de frío. Es muy importante que la temperatura se mantenga siempre en su valor óptimo mientras se estén dando la floración y el cuajado de los frutos, pues un descenso mínimamente brusco de las temperaturas detienen estos procesos hechando a perder toda la producción de la temporada, por lo que en zonas donde se den inviernos frescos la floración y la fructificación ocurren sólo en verano mientras que en los trópicos ambos procesos se dan de forma casi constante. Es un auténtico árbol heliófilo que requiere largas insolaciones para poder fructificar y crecer correctamente, por lo que su posición debe ser a pleno sol. No le convienen los sombreamientos, pues el más mínimo defecto de luz solar directa inhibe completamente la floración, por lo que cultivado en interior nunca florece y, además, crece con lentitud y carencias que, a la larga, resultan en la muerte prematura del árbol (en interiores es indispensable ponerlo en la estancia más soleada o, en su defecto, bajo una potentísima iluminación artificial). Los suelos donde crece el Durianero son francos o, como mucho, algo arcillosos, terrenos que al retener bastante agua y nutrientes resultan muy adecuados para su desarrollo. Este árbol no puede sobrevivir en suelos que tiendan a retener poca agua y escasos nutrientes, pero tampoco en suelos excesivamente saturados o apelmazados ya que pudren totalmente sus raíces. Lo mejor es plantarlo en un compost normal mezclado con un poquito de arcilla extraída del fondo de un río sin contaminar. Contrariamente a lo que ocurre con muchas plantas tropicales, el Durianero es capaz de soportar ambientes secos y calurosos sin demasiadas consecuencias pero sólo si el suelo está lo bastante mojado, pues de lo contrario las hojas se ponen lacias, se caen y el árbol muere con rapidez. Para mantenerlo sano es imprescindible regarlo abundantemente manteniendo siempre el sustrato muy húmedo pero no encharcado para evitar pudrir las raíces. Demanda una considerable cantidad de nutrientes, por lo que se puede aplicar una dosis semanal de un producto específico para frutales o, en su defecto, un abono universal. La carencia de nutrientes, problema al que es muy sensible, produce clorosis foliar y debilitamiento general. Si no se corrige la situación rápidamente el árbol se debilitará cada vez más hasta la muerte. Y un último apunte: Este árbol no gusta de suelos alcalinos ni tolera los salinos, estando el pH ideal entre 6 y 7. Es mejor regar con agua decalcificada.
El durianero se desarrolla perfectamente en suelos que se mantengan siempre húmedos y bien cargados de nutrientes, por lo que las cercanías de un estanque de agua dulce son el lugar ideal para él. No obstante conviene plantarlo más bien lejos del agua para evitar que su sistema de raíces, bastante profundo, se pudra al entrar en contacto con el agua. Para evitar esto se pueden usar montículos o macetones lo bastante grandes y profundos. Al crear una amplia y agradable sombra, el Durianero puede servir de excelente sombrilla a plantas como Calateas, Clivias y Cacaoteras que no toleran el sol directo. A su tronco se pueden adherir plantas epífitas. Puede combinarse con otros árboles de gran tamaño como Pinos, Castaños, Álamos y Olmos para conseguir un efecto más decorativo.
En las zonas donde se cultivan para la producción y para su uso ornamental se reproducen vegetativamente mediante injerto y acodo aéreo, aunque francamente encuentro más fácil la reproducción mediante semillas. Estas deben sacarse de su envoltorio fibroso tan pronto como se abra el fruto y sembrarlas immediatamente en un sustrato ácido, poroso, aireado y que se mantenga siempre húmedo. La temperatura debe mantenerse constantemente en torno a 25 ºC. La germinación ocurre en un mes más o menos y las plántulas crecen con bastante rapidez. Un Durianero nacido de una semilla tarda unos 5 o 6 años en empezar a dar sus primeros frutos. Hay que tener mucho cuidado hasta entonces ya que los árboles jóvenes no soportan el sol demasiado intenso, las bajas temperaturas ni la sequedad excesiva en el suelo, por lo que son bastante delicados.

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