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martes, 18 de febrero de 2014

Malus domestica - Manzano

Una de las frutas más cultivadas y cosechadas en todo el mundo (quizá la que más) es la manzana. Con aproximadamente 1000 variedades cultivadas, es el árbol frutal más diversificado y trabajado que hay, siendo su cultivo muy sencillo aunque conseguir que dé manzanas es una tarea algo complicada si no se dan las condiciones necesarias para ello. El primer Manzano doméstico se obtuvo hace unos 15000 años en la zona del Cáucaso y en las orillas del mar Caspio mediante hibridaciones entre Manzanos salvajes como Malus sylvestris. Aunque en la actualidad existen grandes extensiones monoespecíficas destinadas a la obtención de frutos alimentarios, muchos de los cultivares híbridos se han asilvestrado en algunas zonas de inviernos fríos y extremos, dándose muy bien en los hemisferios norte y sur y siempre muy lejos de la influencia del clima ecuatorial que reduce muchísimo su ciclo vegetativo.

El Manzano doméstico es un árbol de tamaño más bien grande (alcanza fácilmente hasta 20 metros de altura, aunque en el ámbito de la producción frutícola se democha en sus fases juveniles dejándolo en unos dos metros como mucho), de copa esférica y globosa que alcanza hasta cinco metros de diámetro y de pié robusto y sólido. El tronco es de color marrón ligeramente rojizo, de hasta medio metro de diámetro, es liso al tacto y está cubierto de abundantes lenticelas de color gris marronoso. Con el tiempo se va agrietando debido a la superposición de las distintas capas de corteza que crea el árbol. El sistema de raíces del Manzano es poco profundo (llega a sólo a unos 30 - 40 centímetros bajo tierra), lo que representa una gran ventaja a la hora de oxigenar las raíces pero también un serio inconveniente al resultar a menudo interferidas por los ocasionales y abundantes hierbajos que se desarrollan a su alrededor, dificultando la absorción de agua y nutrientes. Sus hojas, alternas y poco gruesas, tienen el anverso de color verde intenso y el reverso de color blanco muy vistoso y abundantemente cubierto de una fina pelusilla muy áspera. Las flores, muy numerosas y llamativas, son mielíferas, de color blanco levemente rosado, cortamente pedunculadas y de unos 5 centímetros de diámetro. Desprenden una ligera pero agradable fragancia y se disponen en una especie de corimbos formados por cuatro o cinco flores en el extremo de las ramas más externas del árbol. Su fruto, la manzana, es un pomo de forma acorazonada, de piel suave y delicadamente perfumada, con pulpa jugosa, dulce y muy sabrosa y de consistencia más bien harinosa o levemente esponjosa. En el centro del fruto (llamado corazón) se disponen de tres a cuatro semillas lagrimales de color negro azabache. Según la variedad de Manzana que se cultive, el sabor y la consistencia de la pulpa varia considerablemente. Citemos, por ejemplo, los cultivares Reineta (de piel verdosa y de pulpa muy jugosa y poco dulce, usado principalmente para tartas, mermeladas y pasteles), Starking (de piel  roja muy brillante, suave y de pulpa ás bien seca pero muy dulce y aromatizada), Golden (de piel amarillenta y de pulpa muy jugosa y dulce) y Royal Gala (de tamaño más bien pequeño, de piel algo áspera y de color más bien rosado y con pulpa extremadamente dulce y poco jugosa) entre muchos más. El cultivo de manzanas se puede prolongar durante mucho tiempo ya que de los 100 años de vida que alcanza un manzano, al menos 94 o 95 de ellos produce Manzanas de forma continua y abundante, más abundante hacia la mitad de su vida y cada vez menos abundante a medida que envejece.
El cultivo del Manzano es muy fácil siempre que se respete su requisito más indispensable: El frío invernal. En condiciones de frío insuficiente el Manzano se comporta como una planta bianual, es decir, al germinar, crece con muchísima rapidez durante un año, creando abundantes hojas y ramas, y produciendo flores y frutos a partir del segundo año de vida para morir después de forma irreversible. En estos casos, el tamaño del árbol a penas llega a los dos metros de altura, por lo que no es adecuado para zonas tropicales o con inviernos no excesivamente fríos a menos que se le dé un reposo invernal de forma artificial para que dure muchos años. Para poder perpetrar año tras año y producir abundantes frutos, el Manzano requiere unas 2000 horas de frío por año, lo que significa que debe pasar al menos dos mil horas con temperaturas inferiores a 10 ºC cada año de vida. De esta forma se asegura la acumulación de reservas durante este periodo para que dé flores y frutos cuando termine este tiempo. En realidad, todas las zonas climáticas donde se den heladas invernales (incluso muy severas) son ideales para el cultivo frutícola del Manzano, pues es capaz de soportar temperaturas de hasta 20 grados negativos siempre que no haya ninguna flor abierta, pues estas se marchitan fácilmente si hace demasiado frío. Los botones florales totalmente cerrados soportan hasta 15 grados negativos, perdiéndose sólo una pequeña cantidad de los mismos si la temperatura llega a bajar de este valor. La cantidad de flores abiertas que se pierde es mayor en estos casos, llegándose a perder hasta un 50% de la cosecha anual, por lo que conviene tener esto en cuenta si el cultivo se realiza en zonas con elevado riesgo de heladas tardías. En lo referente al calor, el Manzano puede tolerar máximas de hasta 45 ºC siempre que el suelo en el que se encuentre disponga de abundantes reservas de agua y que el aire a su alrededor se mantenga siempre húmedo, pues la excesiva transpiración que sufre en periodos de mucho calor puede provocar el aborto de los frutos mientras se están formando. Estos daños son más severos si el árbol está expuesto a insolaciones excesivas, produciéndose quemaduras en las hojas y los frutos más expuestos y produciendo pérdidas importantes, por lo que su situación ideal en zonas de veranos demasiado cálidos es en sombra parcial, pudiendo estar todo el tiempo a pleno sol siempre que la temperatura no aumente por encima de 25 ºC. Una falta acusada de luz solar puede inhibir la floración y la fructificación, produciéndose hojas más pequeñas, frágiles y que mueren prematuramente y, además, produciéndose un árbol delgado, raquítico, de pequeño tamaño y muy sensible a enfermedades de todo tipo. El Manzano no resulta excesivamente exigente en lo que al tipo de suelo se refiere, pudiendo prosperar en todo tipo de suelos, pero si excluimos los que tienden a apelmazarse y encharcarse a largo plazo y los que están tan sueltos que no retienen nada de agua y nutrientes, llegamos a la tierra normal de jardín, que puede mezclarse con más o menos cantidad de arena gruesa según su textura. En efecto, el Manzano es muy sensible a la asfixia radicular y al agua estancada, cosas que producen su muerte en poco tiempo. Para mejorar el drenaje en el suelo es conveniente estercolarlo o, en caso de que esté en macetas o contenedores, colocar unos tres o cuatro centímetros de material drenante (corteza de Pino o grava gruesa) en la base del mismo. El riego puede variar mucho en función de la climatología y del tipo de suelo, aunque como norma general conviene que el suelo esté siempre húmedo pero no mojado ni saturado. Así, en zonas donde sean frecuentes las lluvias estivales o en las que el suelo se mantenga permanentemente humedecido sólo es necesario regar una vez al mes (o incluso cada dos meses) para satisfacer completamente sus necesidades hídricas. Por el contrario, en zonas con veranos muy secos y cálidos en los que el suelo se seque rápidamente puede ser necesario regar cada dos o tres días. El pH del suelo puede situarse entre 6 y 9, siendo el frutal que mejor tolera la cal activa en dosis elevadas que otros árboles frutales no soportarían. Aún así, el Manzano no tolera la sal, por lo que hay que vigilar con el agua de riego. El abonado es totalmente necesario para conseguir un árbol sano, más productivo y de mejor aspecto, lo que se consigue aplicando una vez cada dos semanas un producto específico para árboles frutales o, en su detrimento, un abono líquido para plantas de flor. Las carencias de nutrientes producen, a largo plazo, clorosis foliar y, en casos muy graves, inhibición de la floración. Otro hecho al que el Manzano es bastante sensible es a los vientes demasiado fuertes que pueden partir las ramas más finas y viejas, provocar la caída de las hojas, daños en los frutos al arañarlos y golpearlos y, en casos extremos, pueden provocar el derrumbamiento del árbol debido al poco anclaje que éste tiene en el suelo. Estos daños empeoran mucho si los vientos, además de fuertes, son secos, por lo que conviene situar al Manzano en una zona siempre protegida de éste peligro meteorológico.
Por sus necesidades hídricas y por la preferencia que siente hacia los entornos húmedos, el Manzano puede cultivarse perfectamente en las cercanías de un estanque de agua dulce, donde aportará un bellísimo color blanco muy decorativo y atrayente. Hay que tener mucho cuidado a la hora de plantarlo en los bordes de un estanque: El suelo debe estar lo bastante suelto para evitar que las raíces se asfixien y el nivel freático debe estar situado, como mínimo, a 50 centímetros de profundidad para evitar que las raíces se encharquen y se pudran. Debido al reposo invernal que reclama, el Manzano sólo debe cultivarse en estanques exteriores donde las temperaturas invernales sean lo bastante bajas para permitírselo. No es adecuado para estanques de interior ya que no sobrevive en estancias poco ventiladas y, además, la sequedad que hay en estos ambientes le produce desórdenes metabólicos de distinta gravedad. Sus flores, que aparecen en primavera y antes que las hojas, son muy visitadas por insectos polinizadores, que pueden caer al agua y servir de alimento para los animales que vivan en ella. Puede combinarse con otros árboles de su mismo tamaño y que, además, la tamicen ocasionales excesos de sol, como los Álamos, las Encinas, los Pinos y los Castaños. No conviene asociarlo con hierbas con raíces demasiado robustas ya que interfieren con las del Manzano al ser éstas poco profundas; Las tomas de agua y nutrientes pueden reducirse considerablemente produciendo árboles muy débiles y sensibles.
El Manzano se puede reproducir mediante Injertos, acodos, estacas y semillas, siendo el injerto el método más usado de forma comercial y para la obtención de nuevos cultivares alimentarios. Para injertar se procede a cortar una rama sana y larga del árbol que se desee propagar y se inserta en un hueco practicado en el pié de otro árbol puro obntenido mediante semilla. El proceso consiste en unir la zona de corte de la rama exraída con el tejido expuesto del pié del árbol injertado y, acto seguido, asegurar la zona con cinta adhesiva u otros materiales que garanticen una sólida y persistente unión. La unión de la rama con el pié determina el éxito del injerto, que en algunos casos puede llevar más de dos meses. La estructura resultante se llama portainjerto, y no es más que un pié puro de Manzano con una rama del cultivar deseado unida al mismo. Estos portainjetos són los que se venden en los centros especializados en jardinería en macetas, en bolsas o a raíz desnuda. Tras plantarlos en su sitio definitivo durante la época de reposo, se riegan abundantemente. Empiezan a brotar nuevas hojas en primavera y la floración ocurre hacia el cuarto año después del injertado (los portainjertos se venden generalmente con dos años de edad). El segundo método más usado es la siembra de semillas extraídas de los frutos maduros, proceso al que se recurre para obtener cultivares puros a los que se injertarán cultivares comerciales para usarlos como portainjeto. Las semillas necesitan pasar frío para germinar (al menos unas 1500 - 2000 horas de frío, por debajo de 10 ºC), por lo que se pueden sembrar directamente en su lugar definitivo a finales de otoño para que pasen el periodo de frío en el exterior o, en caso de encontrarnos en zonas tropicales o con inviernos poco fríos, estratificarlas. La estratificación consiste en enterrar las semillas en arena muy fina y ligeramene humedecida y meterlas en la nevera a unos 5 ºC durante tres meses. Pasado este tiempo empiezan a germinar, momento en el que deben trasladarse al exterior para que se empiecen a desarollar. Cuando las plántulas tengan dos o tres hojas de buen tamaño se pueden pasar a su lugar definitivo. Hay que evitar siempre el frío demasiado intenso durante la fase de plántula, ya que puede exterminarlas.

1 comentario:

  1. Hola, soy de Argentina y en la zona de Río Negro se cultivan toda clase de frutales. Las manzanas, duraznos, naranjas son de un tamaño increíble.Vivo en una reserva forestal con más de mil especies de árboles, que el dueño del casco de estancia, hace muchos años, trajo de Europa; Asia;América del norte y de otros lugares. ¡Gracias por la explicación y variedad de especies! Saludos cordiales.

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