Se trata de una planta arbustiva muy frondosa que ramifica a nivel del suelo, formando ramas largas, vigorosas y bastante flexibles, con corteza de color marrón intermedio con pocas fisuras visibles. Las hojas son alternas, lanceoladas, de color verde intenso, persistentes, muy coriáceas y lisas al tacto, siendo únicamente visible el nervio central y cortamente pecioladas. Produce inflorescencias en espiga al final de las ramas nuevas que, en el caso de que se encuentre en condiciones ideales, pueden cubrir gran parte del follaje. Las flores son pentapétalas, de colores muy vivos y expelen una agradable fragancia dulce. Existen cultivares ornamentales de flores simples y dobles (siendo estas últimas las más olorosas) y de colores muy variados (rojas, rosas y blancas principalmente) así como con hojas bordeadas de un color crema muy vistoso. Tambien existen cultivares arbóreos que llegan a formar un tronco erecto bastante alto y de diámetro considerable. El fruto es una cápsula dehiscente, de color marrón pardo al madurar, que contiene multitud de semillas coronadas por un penacho de pelos suaves y de color beis amarillento. Su altura media llega a los dos metros (aunque puede llegar a los 6) y puede vivir varios años.
Fuente: web.gccaz.edu
Una de las razones de la popularidad de la Adelfa (a parte de su belleza) es su extrema toxicidad, puesto que sus tejidos contienen distintos productos de naturaleza proteica conocidos como digitálicos, muchos de los cuales se utilizan para confeccionar raticidas y otros venenos potentes. La ingestión de cualquier pedazo de sus tejidos resulta mortal a menos que se reciba atención médica de forma casi immediata (como mínimo antes de la aparición de los síntomas de intoxicación, que son visibles en un plazo de cuatro a seis hotras). Los síntomas de intoxicación por Adelfa inclyuen vómitos, dolores ventrales, hemorragias internas y, finalmente, parada cardiorrespiratoria y la muerte. No son pocos los casos de envenenamiento por Adelfa en toda la región mediterránea (especialmente en mascotas y niños), por lo que su comercio está estrcitamente regulado y, en ciertos países, prohibido.
Fuente: commons.wikimedia.org
El cultivo de la Adelfa está al alcance de cualquier aficionado a la jardinería, incluso a los más descuidados, puesto que tolera muchas condiciones ambientales e irregularidades en los riegos. Esta planta requiere exposiciones muy abiertas y soleadas, debiendo ser situada a pleno sol, pero puede tolerar la sombra siempre que reciba, al menos, unas cuatro horas de sol cada día, de lo contrario desarrolla muchas hojas grandes pero no florece, y su crecimiento se ralentiza. Ordinariamente se desarrolla en terrenos muyy mojados, pero puede sobrevivir en muchos tipos de suelo siempre que estén bien drenados, pues sus raíces son bastante sensibles al encharcamiento y a la asfixia. Son ideales los sustratos formados por una parte de resaca de río y una o dos de suelo normal de jardín. El pH del suelo debe ser ligeramente alcalino (como mínimo de 7,5) y tolera la salinidad. No se recomienda su plantación en terrenos ácidos ya que, aunque sobrevive, crece mal y es más sensible a plagas y enfermedades. A pesar de su origen de suelos húmedos, tolera muy bien la sequía, aunque en estas situaciones la floración se ve afectada y su impacto estético disminuye considerablemente. Lo ideal es regar al menos una vez cada tres días en verano y una vez a la semana en invierno o, al menos, de forma que el suelo se mantenga siempre algo húmedo. No es necesario pulverizar y tolera el aire seco sin problemas. En lo que respecta al frío, existen variedades muy resistentes (algunas aguantan sin problemas hasta 15 bajo cero) mientras que muchas sólo resisten heladas débiles (entre 2 y 5 bajo cero) durante algunos meses. La temperatura ideal se encuentra entre 20 y 25 ºC, pero tolera máximas cercanas a 50 ºC. El frío es necesario para inducir la floración del año siguiente (si no hace bastante frío su vida se acorta mucho debido al agotamiento rápido de las reservas), por lo que no es adecuado su mantenimiento en zonas tropicales y subtropicales de inviernos calientes. Tolera suelos pobres en nutrientes, aunque su crecimiento y floración son más espectaculares si se incorpora al suelo abono orgánico o especial para plantas en flor, una vez a la semana, durante la estación de crecimiento. Para mantener su forma compacta es necesario podarla todos los años, al final de la floración, dejando al menos tres o cuatro nudos desde la inserción de las correspondientes ramas al tronco principal o al suelo, lo que tambien ayuda a que florezca más. No suele ser atacada por plagas importantes, pero en ambientes demasiado secos o poco ventilados puede sufrir ataques de pulgones y cochinillas. La Esfinje de la adelfa (Daphnis nerii) es un lepidóptero cuyas orugas se alimentan de las hojas de esta planta. Para combatirlas se debe supervisar cada ejemplar en busca de orugas jóvenes o adultos y, en casos graves de infestación, utilizar insecticidas específicos.
Esfinge de la Adelfa: Oruga (foto superior) y ejemplar adulto (foto inferior).
Fuentes: www.flickr.com y www.datuopinion.com
Se trata de una planta muy decorativa que se siente especialmente a gusto en las cercanías de cualquier curso de agua dulce, donde puede ser plantada incluso a pocos centímetros del agua siempre que el suelo se mantenga muy suelto y aireado para evitar la asfixia y la consiguiente pudrición de las raíces. Se puede combinar con otros arbustos de su tamaño, alinearlas alrededor del agua, como plantas aisladas y rodeadas de plantas herbáceas más bajas. Se debe evitar su plantación en lugares frecuentados por niños y mascotas como perros y gatos. Cualquier pedazo de planta que caiga al agua debe retirarse rápidamente ya que sus fluidos internos pueden exterminar a un buen número de animales si se dispersan en el agua o son engullidos por los mismos.
Fuente: indianapublicmedia.org
La reproducción de esta planta se puede realizar mediante semillas y estaquillado. Las semillas se deben sembrar tan pronto como se extraigan de los frutos, sin tratamiento previo, en un suelo húmedo y bien aireado que se mantenga a unos 20 - 25 ºC de temperatura. La germinación ocurre en menos de un mes. El estaquillado se utiliza para propagar las variedades ornamentales más populares que, si bien pueden ser multiplicadas mediante semillas, existe un cierto grado de divergencia genética entre la planta madre y las hijas, siendo común que presenten distintos colores en las flores. Para el estaquillado se pueden aprovechar los restos de poda obtenidos tras la floración: Basta untar las zonas de corte en hormonas de enraizamiento y enterrarlas en un suelo suelto, húmedo y caliente, todo ello cubierto con plástico para mantener la humedad en el punto de saturación. El enraizamiento se produce al cabo de unas tres semanas.
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