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domingo, 2 de noviembre de 2014

Victoria amazonica - Victoria

aLa Victoria es una de las plantas más grandes que existen en el reino vegetal, acaso la mayor de todas las plantas flotantes que existen. Se trata de un colosal vegetal semiacuático de enorme poder decorativo que, de forma natural, habita en toda la cuenca amazónica, principalmente en aguas totalmente estancadas o con escaso movimiento, profundas, límpidas y transparentes. En su medio natural son un recurso casi indispensable para pequeñas criaturas que usan sus hojas para cruzar el agua (pues soportan mucho peso) y ciertos tipos de insectos que dependen de sus flores para sobrevivir.
La Victoria es una planta rizomatosa de grandes dimensiones cuya totalidad de estructura vegetativa (excepto las hojas y las flores) se mantienen totalmente sumergidas. El rizoma de esta planta es muy grande, grueso, largo y resistente, de color marrón casi negro y con larguísimas raíces tuberosas que le sirven, además de para tomar nutrientes, enraizarse intensamente al suelo para evitar que sea arrancada. Los tallos, que pueden llegar a los 10 metros de largo, son de color verde intenso y contienen varias hojas alternas, circulares, de hasta dos metros de diámetro y de color verde intenso. Los nervios de estas hojas son perfectamente visibles en la parte sumergida teniendo ésta un intenso color granatoso vivo. Las flores, muy grandes y hermafroditas, son solitarias, de hasta 40 centímetros de diámetro y duran dos días: Durante el primer día son masculinas, de color blanco intenso y producen una gran cantidad de polen. Al segundo día se abren como femeninas, adquieren un color rosado y recogen el polen producido el dia anterior para fecundarse. Estas flores permanecen totalment emergidas, se abren sólo durante el día y exhalan un profundo perfume. Sus frutos, conocidos como maíz de agua, son comestibles. Su principal defecto consiste en que la totalidad de las estructuras sumergidas (tallos, pedúnculos florales y peciolos foliares) están armados con grandes y duras espinas que pueden dañar seriamente al que no la maneje con sumo cuidado. Llega a vivir 20 años o más.
Como toda planta habitante de aguas estancadas, el cultivo de la Victoria es relativamente sencillo siempre que se cumplan todos sus requisitos de mantenimiento. Procede de ambientes selváticos lluviosos y tropicales, lo que da una idea de las condiciones necesarias para su mantenimiento: Temperaturas altas durante todo el año (entre 25 y 30 ºC), humedad relativa constantemente elevada (en torno al 70 - 80 %) y ausencia total de vientos fuertes y sequedad. La Victoria no soporta el frío (por debajo de 18 ºC se detiene su crecimiento y si se desciende de los 15 se produce su muerte irremediable) ni mucho menos las heladas. Hay que tener presente que temperaturas situadas entre 15 y 18 ºC de forma prolongada acaban con la planta ya que, al no conocer un periodo de reposo anual, no puede absorber los nutrientes necesarios hasta que las temperaturas no se eleven. Igualmente, si el agua se calienta demasiado durante el verano (por encima de 32 ºC) los tejidos sumergidos empiezan a quemarse, algo que acaba igualmente con la planta. La Victoria es ávida de luz, indispensable para el proceso de floración, por lo que tiene que situarse a pleno sol. Si únicamente se desea contemplar sus hojas es suficiente cultivarla en un sitio totalmente sombrío o, también, en estanques interiores bajo potente luz artificial. Las plantas que no reciben suficiente cantidad de luz solar no florecen pero sus hojas son más grandes, verdes y gruesas. El rizoma de esta planta debe enterrarse totalmente en el suelo, que debe ser más bien arcilloso, compactado y poco aireado para permitir a las raíces agarrarse bien a él. Sobrevive sin problemas en suelos más sueltos, pero su fuerza de agarre es menor y es más fácil arrancarla. La profundidad del estanque que la albergue debe ser como mínimo de 8 metros. Las aguas ácidas y blandas (pH entre 5 y 6 y dureza entre 0 y 7 ºdGH) son las que más le convienen. Mantenerla en aguas excesivamente duras y alcalinas retrasa su crecimiento y producen amarilleo de las hojas (clorosis). Es muy importante mantener la planta lejos de ambientes muy secos rociando constantemente las hojas emergidas con agua así como las flores, pues los ambientes demasiado secos hacen que las flores se sequen y las hojas se sequen desde los bordes afectando bastante a la estética del ejemplar. Tampoco le convienen variaciones bruscas de temperatura ante las que reacciona perdiendo hojas y flores. El abonado de la Victoria debe realizarse a lo largo de todo el año al menos una vez al mes con un producto sólido específico para plantas acuáticas que debe enterrarse cerca de sus raíces. Esta planta es sensible a la carencia de abono (especialmente de hierro) que se manifiesta básicamente por la pérdida de color de las hojas. Si las hojas de la Victoria son cada vez más pequeñas (algo frecuente en estanques demasiado pequeños) puede deberse a una falta acusada de nitrógeno, algo que se soluciona abonando frecuentemente. Al contrario de lo que ocurre con las plantas estrictamente acuáticas, la Victoria no toma los nutrientes por las hojas, por lo que los abonados con líquidos para plantas acuáticas no surten efecto alguno.
Se puede decir que es la planta flotante por excelencia (después de los Nenúfares, sus parientes directos) para decorar cualquier estanque de grandes dimensiones en zonas tropicales, en invernaderos o en interiores. Sus hojas ofrecen un valioso refugio a animales pequeños que suben a la superficie a cazar o a respirar (como las Ranas) y sus afiladas espinas sumergidas protegen a los alevines de muchas especies. Sus exuberantes y fragantes flores ofrecen un bellísimo toque decorativo a cualquier estanque especialmente si se combinan con los diversos Nenúfares y otras plantas acuáticas con flores como el Jacinto de agua y la Genciana acuática. Cabe mencionar que debe plantarse siempre en zonas más bien profundas del estanque para su correcto desarrollo (la profundidad mínima debe ser de 8 metros). Como curiosidad mencionar que sus hojas soportan sin deteriorarse hasta 40 kilogramos de peso.
Fuera de su hábitat natural, la Victoria se reproduce mediante división del rizoma, labor en ocasiones compleja y difícil dada la profundidad a la que se planta y al grosor del mismo. Se debe cortar con cuidado un pedazo del rizoma (de al menos 30 centímetros de largo) que presente una o más yemas latentes. Seguidamente se entierra horizontalmente en otro sitio a unos tres o cuatro centímetros bajo tierra y se afianza bien la misma. Al cabo de pocas semanas las yemas inician su crecimiento así como el de las raíces y se forma una nueva planta. La reproducción por semillas es bastante fácil, pero para conseguirlas fuera de su hábitat natural hay que pedirlas a un distribuidor especializado ya que las flores necesitan una especie muy concreta de escarabajo para ser fecundadas (el insecto queda encerrado durante toda la noche dentro de la flor para llenarse de pólen que luego transporta hasta el estigma de la flor femenina). Tras lavarse bien en agua tibia, las semillas se entierran directamente en el suelo bajo dos o tres centímetros de tierra y se mantiene la temperatura a unos 25 - 30 ºC. La germinación ocurre en algo menos de un mes. Cabe mencionar que las semillas deben sembrarse inmediatamente tras sacarse del fruto y, si se tienen que guardar, debe hacerse en un tarro cerrado herméticamente con una fuente de humedad en su interior y manteniéndose siempre a unos 25 - 30 ºC de temperatura ya que de lo contrario su viabilidad se pierde muy rápido. Las plantas obtenidas mediante semillas pueden tardar varios años en florecer, mientras que las obtenidas por división del rizoma tardan menos de un año en hacerlo.

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