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domingo, 18 de enero de 2015

Chrysiptera tricincta - Damisela cebra

Bajo la denominación de Damiselas se engloba a varios peces marinos de tamaño generalmente pequeño, muy resistentes, de actitud nerviosa y muy recomendables para los que se inician en la acuariofilia marina. Se trata de peces generalmente insociables en la edad adulta especialmente con otros peces de hasta su tamaño acentuándose aun más si se trata de otras damiselas. La Damisela cebra se encuentra en arrecifes coralinos hasta profundidades de 50 metros donde vive en grupos bastante densos al abrigo de rocas, corales y macroalgas.

El cuerpo de este pez, comprimido lateralmente, presenta unos músculos muy desarrollados para permitirle nadar libremente en las aguas movidas en las que se encuentra. Las aletas son bastante cortas y rígidas, pero muy manejables. La dorsal tiene los radios bien visibles y las ventrales presentan, en los ejemplares de más edad, una visible prolongación en el primer radio. La caudal tiene una forma levemente acorazonada y se encuentra al final de un largo y potente pedúnculo caudal. Las escamas, bastante grandes, adquieren una vistosa tonalidad azulada en función del ángulo de incidencia de la luz. La líbrea de este pez, muy particular, consiste en una base de color blanco nivoso interrumpida por tres franjas verticales de color negro azabache: Una atraviesa sus ojos, otra se encuentra hacia la mitad del cuerpo ocupando la primera parte de la aleta dorsal y la última de las ventrales y la tercera se encuentra al final del cuerpo ocupando la última parte de las aletas dorsal y anal. La aleta caudal es incolora aunque puede presentar una leve tonalidad amarronada. El dimorfismo sexual apenas es visible, siendo los machos un poco más grandes que las hembras. Pueden alcanzar 10 centímetros de longitud y vivir más de cinco años.
Como ocurre con todas las damiselas, el tamaño del acuario es importante para que se sienta totalmente cómoda. Si se desea mantener un único ejemplar o una pareja basta con un acuario de 100 litros como mínimo, pero si se quiere instalar una de éstas en un acuario comunitario se requieren ya tanques de más de 400 litros. Es necesario acondicionar el acuario con abundantes rocas que formen escondites donde entren enteras, pero es igualmente importante dejar espacio abundante para nadar. El agua debe estar fuertemente agitada y oxigenada y la iluminación debe ser potente para resaltar sus colores. Aprecia una generosa capa de arena fina de varios centímetros en la que se instalen pequeñas criaturas que complementan su dieta. Cabe mencionar que, en su hábitat natural, estas Damiselas se desarrollan en torno a corales del género Acropora, por lo que su calidad de vida en cautividad aumenta si se consiguen unos cuantos pedazos de estos corales para recrear este hecho (no hace falta que sean Acroporas vivas, pues son bastante delicadas). Insisto en la importancia de la capacidad del acuario: Estos peces se conforman con pequeños volúmenes de agua (incluso menos de 15 litros), pero en estos casos la posibilidad de que pueda convivir con otros peces es nula. Si a esto sumamos que, si se encuentran en solitario, son tímidas y muy asustadizas, lo mejor que se puede hacer es instalarlas en acuarios grandes, generosamente decorados y con otros peces de su tamaño y que puedan amedrentarlas. La temperatura debe mantenerse entre 22 y 28 ºC, el pH entre 7,8 y 8,5 y las tasas de nitratos, nitritos y amoniaco deben ser, respectivamente, 50, 0 y 0 ppm. Como todas las Damiselas, la Damisela cebra es capaz de adaptarse a aguas resueltamente inadecuadas (soporta tasas de nitratos superiores a 500 ppm y puede aguantar si problemas aparentes concentraciones de hasta 0,5 ppm de nitrito y amoniaco) así como a cambios bruscos de las condiciones ambientales, aunque acaba resintiéndose a la larga en estos casos.
Este pez no es en absoluto quisquilloso con la comida. En la naturaleza es esencialmente carnívoro, y se nutre principalmente de pequeños crustáceos y moluscos que encuentra entre las rocas, algo que complementa ocasionalmente con algas. En el acuario acepta, incluso durante la fase de aclimatación, todo tipo de alimentos desecados (ya sea en escamas o en gránulos) así como congelados y vivos. Lo mejor es alternar alimentos secos, congelados y tomas vegetales. No conviene sobrealimentarla ya que se trata de un pez tremendamente voraz, aunque para que se mantenga en su peso ideal debe comer por lo menos tres veces al día. Es común en estos peces (y en todos los de nado rápido) que pierdan paulatinamente masa corporal si no son alimentados varias veces al día, pues a diferencia de otros peces más sedentarios (Payasos, Mandarines, peces Globo, ...) estos queman mucha más energía y, por lo tanto, requieren más alimento.
Se trata de un pez con mucho carácter, territorial y dominante que, si está en acuarios demasiado pequeños, puede llegar a ser muy peligroso para otros peces que tengan su tamaño o que sean más pequeños, pues los atacará constantemente hasta matarlos. En acuarios de grandes dimensiones convenientemente decorados este comportamiento puede desaparecer, pero no es conveniente asociarla con peces demasiado lentos que se quedarían sin comer o con otras Damiselas para evitar peleas constantes por el territorio (a menos que se tengan acuarios muy grandes, de más de 1000 litros, que todos los ejemplares tengan un pequeño trozo de coral para ellos solos y que todos se introduzcan a la vez y en la fase juvenil. Peces de mayor tamaño y hábitos nerviosos (tales como Cirujanos, Mariposas, peces Ángel grandes y algunos Lábridos) son compañeros ideales para la Damisela cebra. No causa ningun daño a corales ni otros invertebrados.
Se ha conseguido su reproducción en acuarios muy grandes con abundantes rocas vivas y corales arborescentes. Para tener alguna garantía de éxito hay que planificar un acuario específico para ellas (pues se vuelven terriblemente agresivas durante este periodo, especialmente los machos dominantes) y decorarlo con una gran cantidad de roca viva y ramas de coral. Se introducen varios ejemplares jóvenes hasta que se formen grupos de cinco o seis individuos el más grande de los cuales és el macho y los demás, las hembras. El macho recoge, tras una tumultuosa freza, los huevos de cada una de las hembras y los esconde entre las rocas. Acto seguido los vigila celosamente hasta que eclosionan, momento en el que se desentiende de ellos y puede llegar a comerse a los alevines, por lo que hay que tener un recipiente a parte para las crías. Estas se deben alimentar de rotíferos y son bastante sensibles a la contaminación y a las variaciones bruscas de las condiciones del agua.

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