De entre las numerosísimas especies de plantas bulbosas de floración primaveral muy colorida y vistosa, las Fresias son de las más apreciadas dada la gran cantidad de flores que producen, el color intenso y vivo de las mismas y su intensa y agradable fragancia. Existen unas 16 especies de Fresias en total, aunque las especies híbridas (las que se encuentran a la venta en floristerías y centros especializados) son las más cultivadas por su resistencia. Todas estas plantas son oriundas del continente africano, donde viven principalmente en zonas húmedas y no excesivamente frías y protegidas de los excesos de sol directo.
Se trata de plantas bulbosas vivaces cuya parte aérea, compuesta por varias hojas rígidas, acintadas, de color verde esmeralda muy vivo y dispuestas en roseta basal en forma de abanico, se renueva cada año. Las hojas aparecen a finales de invierno y las flores, a mediados de primavera, perdiéndose flores y hojas con la llegada del verano para entrar en reposo vegetativo hasta el siguiente invierno, cuando vuelven a aparecer las hojas. Estas plantas se sustentan gracias a un bulbillo subterráneo en forma de lágrima, de color marrón muy claro y con la envoltura exterior fibrosa. Las raíces, muy largas y resistentes, evitan que la planta pueda ser arrancada al amarrarse fuertemente al suelo en el que crecen. Lo más llamativo de estas plantas, las flores, se reúnen en espigas rígidas en la base y péndulas en la zona terminal. Las flores son hexapetaloides, no tienen sépalos, tienen forma de trompeta y al menos tres de los tépalos se doblan hacia abajo mientras que los demás permanecen rectos. Los estambres son muy largos y visibles, mientras que el pistilo, muy corto, se aloja en el centro de la flor siendo difícil verlo. La gama cromática de las Fresias es variadísima: Rojo, blanco, amarillo, púrpura, naranja, fucsia y también mezclas bicromáticas. Otra de las razones de que estas flores sean muy apreciadas es su intensa fragancia que puede apreciarse mientras las flores estén sanas. Son ideales para usarse como flor cortada ya que duran hasta tres semanas y, además, conservan su intenso aroma durante todo este tiempo.
Como casi todas las plantas bulbosas de floración primaveral, las Freesias son fáciles de cultivar, siendo especialmente vistosas y llamativas si reciben las mejores atenciones posibles. Estas plantas se adaptan a prácticamente cualquier tipo de suelo excluyendo los totalmente arenosos (que producen el secado de la planta al no retener agua) y los excesivamente arcillosos (que asfixian las raíces y pudren los bulbos al no dejar pasar a penas aire). Prefieren suelos que se mantengan ligeramente apelmazados, que retengan una cierta cantidad de agua y nutrientes, que estén bien drenados y mínimamente oxigenados. El pH del suelo debe ser ligeramente ácido (entre 6 y 6,5), pues los suelos excesivamente alcalinos les impiden absorber los nutrientes (especialmente el hierro) lo que provoca clorosis foliar, la inhibición de la floración y un acortamiento de la vida de los bulbos. Para producir flores grandes, coloridas y fragantes deben estar bañadas de luz, por lo que una exposición soleada es ideal. Sin embargo, en zonas donde la temperatura pueda ser demasiado alta durante el día conviene resguardarla en las horas centrales del día ya que las hojas y las flores pueden llegar a quemarse. No le convienen los sombreamientos excesivos ya que las hojas se desarrollarían excelentemente pero no se producirían flores. Pueden mantenerse en interior en habitaciones muy iluminadas que reciban algo de sol directo cada día, aunque se sienten más cómodas en el exterior. Estas plantas toleran bien el frío, de hecho, las hojas empiezan a brotar en pleno invierno, siendo capaces de crecer con temperaturas de hasta 4 ºC. A pesar de esto no hay que permitir que la planta esté expuesta a heladas mientras tenga hojas, pues estas se caen y la floración de ese año se pierde por completo (en zonas donde en invierno existan heladas debe resguardarse en un sitio fresco). Debido a que necesita pasar calor para poder florecer año tras año le benefician los veranos cálidos, situaciones en las que pierde todas las hojas y las flores. El bulbo puede llegar a aguantar temperaturas superiores a los 50 ºC, dándose el hecho de que, cuanto más calor pase el bulbo durante su laténcia, más preciosas serán las flores del año siguiente. Hay que tener mucho cuidado con el riego ya que la Fresia es muy sensible a los excesos de agua, pero siempre agradece que el suelo se mantenga algo húmedo. Es necesario regarlas de forma que se cumpla lo anterior, siendo indispensable no encharcarlo ni tampoco dejar que se seque por completo. Un síntoma claro de que han sido regadas en exceso es la pudrición del cuello, una grave enfermedad fúngica que se puede detectar en el cuello de la roseta de hojas arrán del suelo, que torna un color amarillo negruzco antes de desintegrarse completamente. Los bulbos afectados deben arrancarse y quemarse ya que este problema es incurable. La falta de agua hace que las hojas se pongan lacias y que las flores decaigan y se abarquillen, pudiendo llegar a perderse por completo. Es mejor que el agua de riego sea descalcificada dada la relativa sensibilidad de las Fresias a la cal. Para promover una producción abundante de espectaculares flores es indispensable abonar cada semana el suelo donde se encuentran con un producto para plantas de flor en cuanto empiecen a brotar las primeras hojas. Esta planta consume muchos nutrientes del suelo a gran velocidad, por lo que es muy común que amarilleen en suelos que no se abonan. Otro dato importante es que, cuando la planta pierda todas las flores y las hojas al principio del verano, debe suspenderse totalmente el abono y regar de forma que el suelo se mantenga sólo ligeramente húmedo. Abonar en el periodo de descanso puede provocar la necrosis del bulbo.
El cultivo de esta planta en las immediaciones de un estanque de agua dulce es muy recomendable ya que necesita suelos permanentemente humedecidos y un ambiente fresco y con una cierta cantidad de agua en el aire. Son ideales para estanques de agua fría o templada exteriores. Es indispensable plantarla lejos del agua o en una maceta lo bastante alta para evitar que las raíces se queden sumergidas en el agua y que, por lo tanto, se pudran. Puede ser asociada con todo tipo de plantas de flor de su mismo tamaño como Tulipanes, Jacintos, Liliums, Narcisos, Crocos y demás. Si se coloca bajo un árbol denso y grande lo agradece ya que se tamiza el exceso de sol en las horas centrales del día.
La Fresia se reproduce mediante semillas y separación de bulbos hijos que se forman alrededor de uno de varios años de edad. Las semillas deben pasar un periodo de calor para poder germinar, periodo de tiempo que coincide con la parada vegetativa del verano. Se puede dejar que las semillas caigan alrededor de la planta madre, esparcirlas en las immediaciones después de que los frutos maduren o, artificialmente, mantenerlas en una estufa de incubación durante dos o tres meses a unos 30 - 33 ºC. En el caso de que se hayan calentado artificialmente se deben sembrar en un sustrato de jardín normal y mantener el conjunto en un lugar fresco y húmedo (se puede dejar en el exterior durante todo el invierno siempre que no haya ningun riesgo de heladas). La germinación ocurre en una semana aproximadamente, y cuando las pequeñas plantas tengan dos o tres hojas se pueden pasar a su lugar definitivo. Las plantas obtenidas mediante semillas tardan tiempo en florecer (a veces tres o cuatro años). Comercialmente interesa mucho más la separación de hijuelos que se forman alrededor del bulbo madre al ser un proceso más fácil y barato. Los bulbillos deben separarse con cuidado y con sus raíces siendo suficiente, acto seguido, plantarlos en otro sitio y dejar que engorden, tardando uno o dos años en florecer. Como ocurre con los Tulipanes y los Jacintos, la Fresia es una planta cuya floración degenera con el tiempo hasta el punto que dejan de florecer completamente, momento en el que se aconseja la sustitución de estos bulbos no reflorecientes. La floración exhuberante dura unos dos o tres años seguidos; Después se hace necesaria la sustitución de los bulbos, que son baratos y fáciles de encontrar durante todo el otoño y a mediados de invierno.
Todo lo necesario para cuidar bien a los peces de acuario y a las plantas de jardín e interior.
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