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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Calathea Roseopicta - Calatea rosa

La Roseopicta es una especie del género Calathea de singulares hojas y bellísimos colores que resulta muy vistosa siempre que se le den todos los cuidados que pide. Es, además, una de las más resistentes de todas las Calatheas, lo que hace posible cultivarla en muchos tipos de emplazamientos llegando a soportar condiciones bastante nefastas de mantenimiento. Se trata de una planta típicamente tropical que forma la vegetación de de sotobosque corriente de la zona Noroeste de Brasil, lugar del que es originaria.

Las hojas de esta planta son prácticamente redondeadas, aunque su forma recuerda levemente a una de las mitades del signo Japonés del Ying-Yang al estar la punta algo doblada hacia los lados. Su superficie es muy lisa y suave y disponen de una cutícula muy fina y frágil, lo que las convierte también en bastante delicadas y poco resistentes a rozamientos y deformaciones. Estas hojas se disponen en roseta desde un rizoma subterráneo de color marrón negruzo, al que se sujetan mediante largos y rígidos peciolos cubiertos de una fina pelusilla que se nota bastante al tacto. Si reciben los cuidados necesarios producen curiosas inflorescencias esféricas en la punta de unas varas florales que llegan a ser más altas que las hojas. Cada flor, de color violeta muy claro y de estructura labiada, está acompañada de una bráctea de color verdoso. Aunque no es imposible que lleguen a florecer en interiores, en invernaderos cálidos donde se respete su periodo de reposo invernal estas flores aparecen de forma continua durante el desarrollo vegetativo sin ningun problema. La característica decorativa de esta planta es el color de las hojas, que actualmente es muy variable debido a la cantidad de híbridos y cultivares que existen. Todos ellos, sin embargo, presentan un ribete ancho en los bordes y otro que rodea el nervio central (en algunos híbridos estos ribetes se sustituyen por rayas) que suelen ser, respectivamente, de color blanco verdoso y de color verde intenso, si bien algunas variantes presentan el reborde de las hojas con matices rosados o violáceos. El resto del tejido puede ser de color verde fuerte, blanco, rosado e incluso de color púrpura muy oscuro. El reverso de las hojas es de color granatoso así como los peciolos. Las varas florales son enteramente de color verde claro. Como el resto de Calatheas, la Roseopicta dispone del clásico movimiento foliar denominado nictinastia, que consiste en el plegamiento de las hojas durante la noche. Durante el periodo de reposo este movimiento se detiene, aunque la falta de agua i humedad y ciertos parásitos radiculares pueden provocar este problema.

Como he comentado anteriormente, esta Calathea es de las más fáciles de cuidar debido a que se adapta muy bien a muchos tipos de ambientes, aunque, como el resto de miembros de la familia, dispone de ciertas exigencias que deben cumplirse para evitar su muerte prematura. Requieren mucha humedad tanto en el sustrato como en el aire, por lo que se deben mantener estos dos siempre bastante provistos de agua. Nunca hay que dejar secar por completo el sustrato ni tampoco que se encharque, lo que provocaria la muerte de la planta, y es necesario rociar las hojas con frecuencia para darle un aporte extra de humedad, aunque en segun que emplazamientos, no es necesario realizar este tratamiento, conformándose sólo con el agua del sustrato. A pesar de ser una planta variegada, es decir, que requiere mucha luz para mantener el color de sus hojas, esta planta se conforma con una iluminación más bien ténue, aunque puede tolerar tambien el sol directo de la mañana y el de la tarde, aunque no conviene dejarla expuesta al sol durante las horas centrales del día (especialmente en verano) para evitar que las hojas, muy frágiles, se quemen rápidamente. Si no recibe suficiente luz su crecimiento se ralentiza y sus hojas acaban tornándose totalmente verdes independientemente del color que tenga el ejemplar. No es conveniente exponer estas plantas a fríos demasiado intensos ni a heladas, pues las hojas se caen y es normal que acaben muriendo (si bien el rizoma subterráneo puede resistir este tipo de condiciones por poco tiempo, por lo que en caso de que caigan todas las hojas debido a episodios cortos de frío extremo brotan nuevas hojas cuando llega el calor), aunque un cierto fresco invernal (unos 10 ºC como mínimo) es necesario para que se dé el reposo invernal durante el que el crecimiento se detiene dándole más energía al vegetal para desarrollarse cuando llega de nuevo el calor. La falta de este periodo de reposo produce hojas cada vez más pequeñas y menos numerosas, acortando mucho la vida de la planta. El sustrato debe estar muy suelto, excelentemente drenado y muy bien aireado, siendo recomendable que sea ligeramente ácido (pH entre 6 y 6,5) y rico en materia orgánica, aunque esta planta se puede adaptar sin problemas a suelos bastante apelmazados, poco aireados e incluso calizos (pH de hasta 9). Mientras se dé el desarrollo vegetativo debe ser abonada cada semana con un producto específico para plantas de hoja, suministro que debe detenerse durante el periodo de reposo invernal. El brillo natural de las hojas es otro de sus principales atractivos, aunque estas se ensucian con mucha facilidad. Se pueden limpiar periodicamente pasando un trapo suave y húmedo por todas las hojas. No es recomendable el uso de abrillantadores ya que taponan los estomas impidiendo a las hojas el intercambio de gases con el aire. Como ocurre en muchas Calatheas, el secado y posterior caída de las puntas foliares debe vigilarse muy de cerca para evitar la muerte de toda la planta. Este problema está causado básicamente por un ambiente excesivamente seco.
Aunque lucen muy bien en solitario, estas plantas se desarrollan con más fuerza si se rodean de otras plantas de su tamaño que le den un extra de humedad mediante transpiración. Las más adecuadas para cubirir las Roseopictas son otras Calatheas de porte medio (C. Warschewiczii), Estromantes, Marantas de gran tamaño y algunos arbustos tupidos como las Gardenias y los Hibiscos. Se benefician mucho de la sombra que crean los árboles, por lo que suelen crecer muy bien a los pies de Álamos y Cocoteros. Por lo que respecta a su emplazamiento, estas plantas deben situarse en una zona en la que las raíces no entren en contacto con el agua ya que se pudrirían.
La reproducción de estas plantas se realiza mediante división del rizoma subterráneo al inicio de la estación cálida. Este procedimiento, además de ser muy sencillo y práctico, permite observar las raíces y, en ciertos casos, comprovar la existencia de parásitos o cortar las que estén en mal estado. Para la propagación por división hay que sacar el capellón de la maceta, separar con mucho cuidado la tierra y cortar un pedazo del rizoma que lleve algunas yemas a punto de formar nuevas hojas. Estos fragmentos se entierran en posición horizontal en un sustrato húmedo y suelto y se mantienen a 25 ºC de forma constante. En una semana o dos, si empiezan a brotar las nuevas hojas, quiere decir que los pedazos de rizoma se han establecido.

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