sábado, 12 de octubre de 2013

Plagas de algas marinas filamentosas

Salvo algunas excepciones, las algas en un acuario marino son para muchos aficionados una autentica plaga invasiva cuyo único propósito es fastidiar toda la decoración del acuario y asfixiar a cualquier invertebrado sésil que necesite luz para sobrevivir. Lo cierto es que, lejos de ser sólo problemas, las algas representan una gran alternativa a las plantas marinas (de las que no se conocen especies que puedan cultivarse todavía) debido a su extrema facilidad de cultuvo y a sus prácticamente nulas exigencias de mantenimiento, pero presentan el inconveniente de que, en condiciones propicias, prosperan masivamente hasta convertirse en plagas que es necesario controlar para evitar problemas diversos. Las filamentosas son las algas que con más frecuencia causan estragos en los acuarios marinos. Existen muchísimas especies de algas con forma de hilo y que pueden tener distintos colores (aunque las más numerosas son, con mucho, las verdes), y actualmente se pueden encontrar en todas las aguas saladas del planeta desarrollándose en las zonas más superficiales, bañadas de abundante luz y generalmente muy movidas. Estas algas se consideran indicadoras de la calidad del agua, ya que sólo se desarrollan en acuarios fuertemente iluminados, con corrientes fuertes y con los compuestos amoniacales y los nitritos ausentes.

La estructura de estas algas es extremadamente sencilla: Consiste en un talo fuerte y resistente que se arrastra por todo lo sólido que se encuentre cerca (da igual lo que sea, se agarran fuertemente a todo) y del que salen diminutos rizoides que se anclan al sustrato para poder mantenerse en el sitio indefinidamente. Del mismo talo emergen los frondes, que son básicamente pequeñas extensiones muy flexibles y largas (algunas pueden alcanzar hasta medio metro de largo) y que tienen la función de realizar la fotosíntesis. A pesar de ser muy resistentes a las corrientes, tanto los talos, como los frondes y los rizoides se parten a la más mínima fuerza, lo que no impide que puedan desplazarse mediante las corrientes hacia otros lugares de su entorno y establecer una nueva colonia. Son las algas más oxigenantes debido a su gran superficie de contacto con el agua, y tambien son excelentes limpiando esta de compuestos de desecho como los nitratos y el amonio de la misma forma que las plantas.
A pesar de su fama de aparecer en cualquier acuario marino independientemente de las condiciones de luz, densidad y contaminación, las algas filamentosas resultan un excelente indicativo de la salud de cualquier acuario. Únicamente se desarrollan en recipientes bien iluminados, con corrientes generosas y con las tasas de amoniaco y nitritos permanentemente nulas. Tienen una clara preferencia a anclarse en los lugares que reciban más corrientes y turbulencias, por lo que se desarrollan masivamente en las salidas de las bombas y filtros o sobre todos los sólidos que se encuentren en sus cercanías. El problema más grave de estas algas es que no son nada selectivas con el sustrato al que se fijan, pudiendo hacerlo sobre rocas, cristales, el mismo sustrato y, lo que es más nefasto, sobre los invertebrados sésiles que se mantienen en los acuarios, siendo los Corales duros los más afectados por estas infestaciones ya que su capacidad fotosintética y de intercambio de nutrientes con el agua se vé seriamente mermada. Si las infestaciones son realmente graves, las piezas Coralinas pueden llegar a quedarse completamente cubiertas por montones de estas algas, lo que a la larga acaba blanqueando las colonias al no poder recibir la luz suficiente e incluso pueden pudrirse al acumularse grandes cantidades de detritos sobre los tejidos al estar cubiertos por las algas. Cualquier coral immóvil y con esqueleto calcáreo es extremadamente sensible a las algas filamentosas (Los géneros Acropora, Fungia, Porites y las Gorgonias, entre algunos otros, son los más afectados). Hay que tener presente además que el color de la luz influye en el desarrollo de este tipo de algas. Así, las luces azules y rojas mezcladas con luz blanca fomentan su crecimiento, mientras que las monocromáticas no suelen ser de su agrado. En muchos casos se ha observado que llegan a crecer tanto que llegan a la superficie del agua, donde forman autenticas alfombras verdes que deben extraerse o controlarse para evitar que dejen sin luz al resto de animales del acuario.
Estas algas se propagan por dos métodos: Por esporulación y por fragmentación de los tejidos. Las esporas se producen constantemente y en grandes cantidades en condiciones ideales. Un solo matojo de algas filamentosas puede convertirse, en poco más de una semana, en una gran pradera de hilillos que lo cubren todo afeando considerablemente cualquier acuario. Las esporas son invisibles, y su viabilidad es extraordinaria, lo que explica que muchas veces aparezcan en acuarios donde nunca antes habían estado y sin que se haya introducido ningun material que las porte (rocas, corales e incluso peces y Crustáceos) después de más de dos años funcionando. También suelen aparecer en acuarios maduros que inicialmente no reunían las condiciones ideales necesarias para el desarrollo de estas algas. El proceso de fragmentación de los tejidos es menos eficaz en su expansión, y básicamente consiste en que, cuando un pedazo de fronda, por ejemplo, se desprende de la estructura original, puede agarrarse en otro sitio distinto y crear una nueva colonia de algas. Esto sucede generalmente por accidente debido a animales que las arrancan o destrozan, peces que las devoran e incluso por la misma limpieza y manipulación del acuario por parte del aficionado.
Controlar las algas filamentosas en un acuario marino puede ser unas veces muy fácil y otras casi imposible, aunque la clave del éxito radica en cambiar las condiciones del medio para evitar el crecimiento incontrolado de filamentosas pero, al mismo tiempo, no perjudicar al resto de animales fotosintéticos. Existen muchos trucos distintos para cargarse plagas de filamentosas: Los métodos químicos, que consisten en biocidas que eliminan las algas (aunque a veces no hacen nada de nada), no resultan especialmente recomendables ya que pueden perjudicar al resto de criaturas, los métodos físicos mediante podas, recortes y extracciones, muy engorrosas y a menudo infructíferas, los métodos naturales, consistentes en cambiar el color de la luz y aumentar un poquito el amoniaco y los nitritos (no hace falta decir que esto es mejor no hacerlo bajo ningun pretexto) y los métodos biológicos, sin duda alguna los más fiables e inocuos para todo ecosistema, que consisten en introducir determinados organismos que impidan su crecimiento de varias maneras (las macroalgas como las Caulerpas compiten con las filamentosas por los nutrientes, evitando su crecimiento incontrolado, muchísimas especies de peces las incluyen en su dieta básica, siendo los Cirujanos los más eficaces en este aspecto y, además, son el alimento preferido por muchos invertebrados móbiles como los crustáceos y los Gasterópodos). Los animales que seguro dan mejores resultados en la lucha contra estas algas indeseables son los peces Cirujano (Acanthurus, Zebrasoma, Ctenochaetus) los caracoles Monodontia Turbinata mientras sólo haya uno en el acuario (también es una plaga potencial bastante nefasta) los Erizos vegetarianos y las Dolabellas. Sin embargo, no hay que olvidar que estas algas realizan las mismas funciones que cualquier vegetal, limpiando y purificando el agua del acuario, por lo que siempre es beneficioso dejar algunos matojos bien controlados para este fin. Se ha comprovado que en acuarios que sufren plagas leves de filamentosas todos los animales presentan la mejor calidad de vida y la mayor resistencia a las enfermedades más comunes.



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