Las Gardenias, pertenecientes a la familia de las Rubiáceas, son tupidos arbustos perennes de bello follaje y de unos dos metros de altura muy usados en la decoración de jardines y como plantas de interior. Las flores, fuertemente perfumadas y de color blanco nieve, se usan como flor cortada, en composiciones florales y en ramos de novia. Algunos de los componentes olorosos de las flores son usados tambien en cosmética. Estas plantas son originarias de las zonas subtropicales y tropicales de Oceania, Asia y África, aunque se pueden adaptar a todo tipo de climatologías siempre que se respeten sus exigencias básicas. Estas plantas forman el grupo de las Acidófilas (amantes de la acidez) junto con las Camelias, las Azaleas y las Hortensias, plantas muy bellas pero que necesitan de unas condiciones especiales para mantenerse bien vistosas y, especialmente, para que vivan más tiempo.
Se trata de una planta puramente arbustiva que consta de un tronco central, muy lignificado, que soporta abundantes ramas también lignificadas y cubiertas de abundantes hojas lanceoladas, pequeñas, rígidas y extremadamente brillantes. Estas hojas se disponen de forma alterna a lo largo de las ramas, y tienen un color verde esmeralda muy intenso que va oscureciéndose a medida que aumenta la edad de las hojas. Las flores son solitarias, disponiendo de seis sépalos en la base del pedúnculo, y aparecen al final de cada rama. Disponen de una gran cantidad de pétalos blancos distribuidos de forma similar a los de las Rosas, aunque son más pequeños y más gruesos. El intenso aroma que emanan las flores cuando están totalmente abiertas, además de ser extremadamente relajante para muchos jardineros, atrae a una gran cantidad de insectos polinizadores. Las flores suelen ir tomando un color amarillento a medida que aumenta su edad. En el centro de las flores se encuentra un largo y grueso pistilo rodedo por diminutos estambres. Este arbusto se caracteriza por su rápido crecimiento en condiciones buenas. Para que la planta mantenga el color verde vivo de las hojas y el intenso aroma de las flores es necesario proporcionarle todos los cuidados que se detallan a continuación.
Como toda planta Acidófila, la Gardenia requiere un suelo fuertemente ácido, algo que se puede conseguir fácilmente usando sustratos especiales para plantas Acidófilas o, más sencillamente, usando sustrato universal y regarlo con agua ácida y sin cal (sirve perfectamente el agua de grifo con unas cuantas gotas de vinagre). El sustrato debe estar siempre muy húmedo, llegando a soportar incluso encharcamientos severos durante unos días, pero no demasiado tiempo más porque se pudre la planta. Jamás hay que permitir que el sustrato se seque completamente, y debe drenar rápidamente. El intenso verdor foliar y el agradable perfume de las flores sólo se mantienen intactos si la planta recibe abundante luz, siendo igualmente apta para cultivos interiores y exteriores. Si se cultivan en el exterior se deben situar en un sitio bien iluminado y también a pleno sol, procurando en éste último caso que siempre cuente con bastante agua en el sustrato para hacer frente a la excesiva transpiración que sufre. Si el sol incidente es realmente abrasador, es mejor ponerla en un sitio que sólo reciba algo de sol matinal y algo del de la tarde. Un exceso de sol caliente quema las hojas. En interiores basta con colocarlas en habitaciones muy iluminadas que reciban muchísima luz (incluso algo de sol por la mañana), siendo además más fácil que dispongan de la humedad necesaria para desarrollarse. Es una planta bastante tolerante con el frío (de hecho les sienta bien el fresco otoñal e incluso el invernal en ciertos climas para florecer abundantemente) soportando hasta 5 grados de mínima y 30 como máximo. Si la temperatura baja por debajo de 5 grados las hojas se caen, y si está expuesta a heladas, muere de frío. En zonas sin heladas se comporta como una planta caduca, perdiendo todas las hojas en invierno y recuperándolas en primavera. No soportan la sequedad ni los ambientes demasiado caldeados, pues en estas condiciones la planta transpira en exceso y produce menos hojas y flores, y a la larga muere. Lo ideal es mantenerla entre 20 y 24 grados durante todo el año y con un 70% de humedad ambiental. Una de las cusas más frecuentes de fracasos en el cultivo de Gardenias es el riego, que suele efectuarse en muchos casos con agua demasiado calcificada y alcalina. Para las plantas Acidófilas, la cal es un enemigo mortal ya que bloquea la absorción de hierro por parte de las raíces, produciendo clorosis férrica (un desorden caracterizado por el amarilleamiento de las hojas) tan frecuente en este tipo de plantas. Este problema ralentiza mucho el crecimiento de la planta, haciéndola más sensible a los agentes patógenos y, especialmente, acortando su vida considerablemente. El abonado se hace sólo durante los meses cálidos en zonas de inviernos fríos y durante todo el año en zonas cálidas, y hay que usar un abono especial para Acidófilas al menos una vez cada dos semanas. Es muy beneficioso pulverizar cada día las hojas con agua descalcificada y a temperatura ambiente para darle un extra de humedad a la planta.
Estos arbustos son ideales para los bordes de estanques de agua dulce tanto interiores como exteriores, pudiendo situarse a pocos metros del agua debido a su tolerancia al encharcamiento moderado, aunque para estar más seguros es mejor colocarlas en montículos o macetas, pues si las raíces se sumergen bajo el agua terminan muriendo. Lucen muy bien plantados en alineaciones siguiendo el agua, donde pueden hacer un buen conjunto con otros arbustos tupidos y bellos, como el Ricino. El agradable perfume de las flores puede combinarse con Rosas, Liliums olorosos, Jazmines, Hierbas aromáticas (Menta, Mejorana, Hierbaluisa, ...) e incluso con Marihuana, creándose una atmósfera aromática muy agradable y relajante.
La propagación de las Gardenias se consigue mediante semillas y esquejes, aunque tambien por acodo e injerto, métodos más usados con árboles y algunos arbustos como los Rosales. Las semillas se siembran en un suelo formado por turba ácida, vermiculita y arena fina y se tapan con un plástico transparente. Esto debe guardarse en un lugar cálido y mantener la humedad elevada. Cuando las primeras plántulas emergen se quita el plástico y se mantienen con mucha humedad. Cuando las plántulas desarrollan cinco o seis hojas y pueden manipularse sin dañarlas se pasan a su lugar definitivo. El esquejado se realiza con los restos de poda cortados a los arbustos tras la floración. Se deben escoger ramas fuertes y poco lignificadas y quitar las hojas inferiores, así como cualquier rastro de flores que pudiera haber. La zona de corte y los espacios dejados por las hojas se remojan en hormonas de enraizamiento y se entierran en un sustrato bien drenado, ácido y suelo. Mientras la temperatura se mantenga en torno a los 23 grados y la humedad sea alta, hechan raíces en una o dos semanas, momento en el que se pueden poner en su lugar definitivo. Las plantas obtenidas mediante esquejes pueden tardar hasta dos años en florecer.
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