Algunos aficionados poseen una particular especie marina, muy llamativa y de bellos colores y formas, conocida como Betta marino. A pesar de ser muy fáciles de cuidar es poco frecuente encontrarlos en los comercios especializados. Se trata de peces tímidos, tranquilos y solitarios que se pueden encontrar en el Mar Rojo y en África oriental, siendo menos abundantes en Tonga y en las Islas de la línea. Se asocian a los arrecifes de coral o amontonamientos rocosos de cualquier tipo, lugares en los que disponen de abundantes escondites en los que pasan la mayor parte del día descansando antes de salir a buscar alimento por la noche
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Tienen el cuerpo poco comprimido lateralmente, una boca más o menos grande provista de dientes pequeños y puntiagudos y ojos de gran tamaño que les permiten ver en condiciones malas de luz a sus presas. A diferencia de la mayoría de especies de la família, el Betta marino no tiene dientes en la lengua. Sus aletas son una de sus señas de identidad y lo que los convierte en animales muy vistosos. La aleta dorsal y la anal son bastante elevadas y tienen forma elíptica, llegando sus puntas terminales hasta el final de la aleta caudal, que es redondeada y también muy grande. Las pectorales son también redondeadas y muy grandes, y las ventrales pueden llegar a medir lo mismo que el cuerpo del pez, acabando en punta. Cabe decir que el cuerpo de los ejemplares más viejos es bastante pequeño en comparación con todas las aletas, dándoles un aspecto realmente atrayente. Su coloración, su otra seña de identidad, es muy vistosa y espectacular, consistiendo en una base negra que se va convirtiendo en marrón hacia las terminaciones de las aletas (que tienen borde blanco) con una gran cantidad de motas blancas nuy vistosas. Al final de la aleta dorsal (justo en la zona de unión con el cuerpo) presentan una gran mota negra rodeada de blanco, amarillo o los dos mezclados. Las aletas pectorales son incoloras, y todas las demás presentan los característicos puntos blancos del cuerpo. Estos peces nacen negros, desarrollan varias motas de color azul marino bordeadas de blanco y de medio tamaño en todo el cuerpo que acaban desapareciendo y siendo sustituidas por los puntos blancos a medida que crecen.
Su mantenimiento no es excesivamente complicado pero, al igual que ocurre con los Mandarines, necesitan ciertos requisitos especiales que hay que satisfacer para que se mantengan sanos y en el mejor estado posible. El tamaño del acuario no debe ser excesivamente pequeño a pesar de que no se suelen alejar más de 5 metros de su encueve habitual (unos 200 - 250 litros es suficiente para un ejemplar), algo que es imprescindible facilitarles en el acuario para que pasen el día en absoluta tranqulidad. Los escondites pueden estar formados por cualquier cosa (piedras, troncos, plantas de plástico, adornos sintéticos y atóxicos, ... No les importa en absoluto) y deben tener el tamaño suficiente para que puedan meter todo el cuerpo entero en su interior. No les gustan las corrientes excesivas pero sí necesitan una excelente oxigenación, así como una filtración muy eficiente y un espumado perfecto del agua para evitar la acumulación de nitrógeno, debiendo efectuar cambios parciales de agua cada semana para evitar tambien este problema. Al contrario que muchas otras especies comunes, los Bettas marinos no son amantes de la luz muy intensa debido a sus hábitos nocturnos, sintiéndose perfectamente bajo luces poco intensas que, en contrapartida, limitan muchísimo la lista de invertebrados fotosintéticos que se pueden mantener. Tampoco supone ningun problema grave mantenerlos bajo luces potentes ya que al final acaban adaptándose y saliendo a alimentarse incluso durante el día. La densidad puede variar entre 1.018 y 1.033 y la temperatura debe mantenerse entre 24 y 26 ºC. Toleran sin problemas niveles algo elevados de nitratos (hasta 150 ppm) pero no soportan ninguna traza de nitrito ni amoniaco. El problema más común que suelen presentar los Bettas marinos es la podridura de aleta, que se manifiesta por la degradación gradual de radios y tejido interradial de las aletas, acabando en muchos casos con la totalidad de la superfície de las mismas. Este problema suele traer consigo infecciones secundarias debido a la caída de defensas. Puede tratarse eficazmente con medicamentos a base de cobre siempre en acuarios totalmente desnudos. Para evitarlo conviene mantener los valores acuáticos muy estables y vigilar de cerca las tasas de nitrito y amoniaco.
Durante los primeros días de cautiverio es indispensable que no falten las presas vivas para que se alimente, aunque con frecuencia aceptan sin reparos el alimento congelado habitual. Durante esta fase es importante alimentarlos sólo durante la noche. Al cabo de unas dos semanas aceptan ya escamas y gránulos, y normalmente al cabo de poco más de un mes salen ya durante el día para comer. Son estrictamente carnívoros, por lo que sólo deben recibir alimentos proteicos, siendo perfectamente adecuados todos los alimentos congelados con base animal (Artemias, Mysis, Daphnias e incluso papillas para Discos). Los gránulos genéricos son igualmente apropiados para estos peces.
A pesar de su instinto predador son peces muy pacíficos y tranquilos que raramente muestran actitudes agresivas hacia otras especies a menos que se les provoque o se intente invadir su encueve, en cuyo caso responden balanceándose de un lado a otro y con las aletas totalmente desplegadas, llegando a morder si el rival persiste. Pueden devorar a peces demasiado pequeños, como peces payaso muy menudos, por la noche si tienen demasiada hambre, por lo que no conviene mezclarlos. Nunca se deben mantener a dos ejemplares adultos en el mismo acuario ya que no se toleran en absoluto y pelean hasta la muerte. Pueden ser asociados con especies que no entren por su boca y que tengan una actitud tranquila y apacible (Caballitos de mar, Cardenales, Peces globo, Gobios, ...) Evitando peces demasiado nerviosos o agresivos (Algunos Cirujanos, Peces Ballesta, Damiselas y algunos Lábridos) que terminan por arrinconar a los Bettas marinos en cualquier esquina o agujero haciendo que dejen de alimentarse, pudiendo morir. A muchas especies les parecen irresisitbles las lustrosas aletas de estos peces, por lo que hay que tener cuidado. No causa ningun daño a invertebrados que no entren por su boca, siendo totalmente inocuos para todo tipo de Antozoos e hidrozoos, así como cangrejos, gambas o caracoles de gran tamaño. Para pasar inadvertidos durante el día esconden el cuerpo en su cueva dejando únicamente la cola al descubierto y moviéndola de forma armoniosa y lenta. Los abundantes puntos blancos y su forma la confunde con una morena y así otras especies no acuden a investigar.
Hasta la fecha no se ha conseguido su reproducción en cautividad. Se cree que, en su hábitat natural, el macho vigila los huevos tras la puesta, expulsándo violentamente a la hembra de las cercanías. Posiblemente los alevines son abandonados al nacer y se juntan en bancos muy densos, alimentándose de zooplancton.
Me encantan este tipo de peces betta, lo recomiendo., son fácil de cuidar y viven mucho, siempre hay que dar mantenimiento a su agua y brindarles el alimento adecuado a su especie, yo encuentro todo lo que necesito para su pecera en cualquier tienda en forma muy económica.
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