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sábado, 4 de octubre de 2014

Ficus benjamina - Ficus de interior

El Ficus benjamina es un árbol de gran valor ornamental originario de el sur de Asia y del norte de Australia que, en su hábitat natural, crece de forma extremadamente rápida y alcanza más de 10 metros de altura convirtiéndose en un gigantesco árbol solitario. En posiciones más resguardadas del sol y el viento, este árbol puede crecer como una planta trepadora alrededor de los troncos de los árboles que lo rodean. Es una de las plantas de interior más conocidas y cultivadas para este fin si bien se adapta sin problema alguno a exteriores, donde puede vivir de forma continua siempre que los inviernos no sean demasiado fríos.

A pesar de estar habituados a verlo en macetas y contenedores como planta de interior, donde alcanza dimensiones poco considerables, se trata de un gigantesco árbol de desarrollo muy rápido y con fuerza suficiente para causar problemas serios en los edificios que lo rodean. El tronco de este árbol puede medir más de metro y medio de diámetro y la corteza es marronosa, rompiéndose en placas alargadas con el paso del tiempo. Las ramas, que se desarrollan a unos tres o cuatro metros de altura, son largas, rígidas, bastante resistentes y con los extremos caedizos. Las hojas, alternas, son brillantes, de hasta 10 centímetros de largo por 5 de ancho, con la nerviación central muy marcada y con un largo peciolo que las sujeta a las ramas. En su hábitat natural produce flores solitarias, apétalas y sin valor decorativo que se desarrollan en cada axila foliar. Los frutos, llamados Higos, se forman por la carnificación del receptáculo floral y contienen una sola semilla. A pesar de que algunas aves se alimentan de ellos, no son comestibles para los humanos. Son de color rojo y miden algo más de tres centímetros de diámetro. A pesar de que, normalmente, se ven árboles de hoja completamente verde, existe una variedad variegada con matices cremosos en las hojas. Dado que esta variedad es bastante más delicada que la de hoja verde se suele usar ésta para la decoración.
Sin poner en duda su excelente adaptación al cultivo en interiores, lo cierto es que, como cualquier árbol, éste requiere un ambiente muy ventilado y saneado, condiciones en las que su desarrollo es más rápido y crece con más resistencia a ciertas enfermedades. Este Ficus puede mantenerse en contenedores, donde puede ser tratado como un Bonsái, o en jardines muy grandes al aire libre (grandes especialmente, pues alcanza dimensiones imponentes y sus raíces son muy poderosas) y en invernaderos en caso de que se viva en una zona con inviernos muy fríos. A diferencia de lo que se dice, este árbol adora el sol directo; De hecho, cuanta más luz solar recibe, más hojas crea y más rápido crece (es especialmente importante el sol en las variedades variegadas para evitar que pierdan los matices de color cremoso). Sólo hay que tener presente que, como muchos han sido criados en invernaderos con luz tamizada, no se adaptarán al sol directo en un abrir y cerrar de hojos: Hay que adaptarlos a él, lo que se consigue poniéndolos en un sitio donde gozen de sol y sombra a partes iguales a lo largo del día. Haciendo ésto durante uno o dos meses se consigue que pueda vivir permanentemente a pleno sol incluso en los sitios más cálidos y secos. La falta de luz solar hace que su crecimiento se ralentice muchísimo y que el número de hojas disminuya quedando muy afectada la estética del ejemplar, algo que suele ocurrir bastante en interiores, por lo que es necesario ponerlo en una habitación muy luminosa y, mejor aún, que reciba algo de sol directo por las mañanas. Tolera bien las temperaturas bajas, que por cierto le son necesarias ara su reposo anual que coincide con la estación invernal, momento en el que su crecimiento llega a detenerse casi por completo y, cuando llega de nuevo el calor, se reanuda el desarrollo a gran velocidad creando gran cantidad de ramas y hojas nuevas. Las mínimas invernales que este Árbol llega a aguantar llegan hasta los 5 o 6 bajo cero siempre que el suelo y el aire alrededor de él se mantengan más bien secos, pues cualquier exceso de agua combinado con bajas temperaturas propicia infecciones fúngicas y bacterianas que pueden ser graves. Los árboles jóvenes (de menos de dos o tres años de edad) nunca deben estar expuestos a mínimas por debajo de 0 ºC. La temperatura ideal de crecimiento se sitúa entre 24 y 28 ºC, siendo la mínima ideal de 10 ºC y la máxima de hasta 35 ºC, aunque puede aguantarlas más altas siempre que se le dé abundante agua y humedad. Tolera bien muchos tipos de suelo pero prefiere los profundos, sueltos, muy aireados y que permitan un buen drenaje. Tolera la cal pero no la sal, y es recomendable que el pH del suelo sea ligeramente ácido (entre 6 y 6,5) aunque puede vivir en suelos más alcalinos cuyo pH llega hasta 9 siempre que se aditen periodicamente quelatos de hierro al mismo para evitar la clorosis foliar. Es muy exigente en materia orgánica y no se desarrolla bien en suelos apelmazados, impermeables y pobres en nutrientes, sitios donde alcanza dimensiones bastante reducidas y resulta más sensible a las enfermedades. Es muy recomendable, sobre todo si vive en interiores, humedecer el aire alrededor del árbol cuando hace mucho calor. Si se combinan altas temperaturas con sequedad y falta de agua en el suelo las puntas de las hojas se secan y, si la situación es grave, se produce una defoliación masiva. Este Ficus tiene la capacidad de recuperarse totalmente de estos traumas pero hasta el momento su aspecto será bastante tétrico. Hay que regar el suelo de forma que se mantenga siempre ligeramente húmedo no dejando nunca que se seque por completo así como aditar una vez a la semana un abono específico para plantas de hoja. Durante la parada vegetativa sólo se debe mantener el suelo un poco húmedo mediante vaporizaciones y no abonar absolutamente nada.
Este árbol puede colocarse en las orillas de un estanque de agua dulce, donde resulta muy ornamental de forma aislada. Tambien se puede combinar con todo tipo de árboles y plantas de su tamaño para destacarlo. Es necesario vigilar que sus raíces no lleguen a sumergirse bajo el agua ya que se pudrirían. Como además llegan a bastante profundidad, en algunos casos es mejor plantarlo en un contenedor lo bastante alto y poner éste cerca del agua. Sus raíces son muy poderosas: Es capaz de levantar aceras y pavimentos, de deformar fundamentos de algunas casas y atravesar tuberías y alcantarillado debilitado para encontrar agua, por lo que hay que estudiar muy bien dónde plantarlo. Si se asocia con otros árboles y plantas se recomienda que sean de raíces resistentes y, además, que toleren bien la sombra, pues este Ficus dá muchísima sombra a su alrededor y compite mucho por la luz con otras plantas.
Dado que fuera de su hábitat natural no fructifica dada la ausencia de su agente polinizador, la reproducción de este árbol no es posible mediante semillas a menos que se importen de su zona de origen. Sin embargo, el Ficus benjamina se puede propagar con mucha facilidad mediante sus propias hojas. Este proceso se realiza durante la estación cálida, y consiste en cortar unas cuantas hojas con su peciolo intacto (hay que procurar en lo posible conservar la zona de unión entre éste y las ramas), rebozar la zona de corte con hormonas de enraizamiento y enterrarlas en un sustrato suelto, húmedo y ventilado. Siempre que la temperatura se mantenga entre 24 y 28 ºC y la humedad por encima del 70% las hojas echan raíces en poco tiempo (una semana o poco más). Una vez que se empiece a formar lo que será el tronco principal, se pueden pasar los esquejes a su lugar definitivo.

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