lunes, 24 de febrero de 2014

Hylocereus Undatus - Cactus trepador o Pitaya

Los cactus constituyen una de las famílias de plantas más numerosas que existen. Adoptan muchísimas formas distintas y, además, se adaptan a condiciones muy diversas (tanto a ambientes extremadamente secos y a lugares muy húmedos), siendo muy valiosos para los jardineros por el aspecto ornamental que adquieren y por la extrema facilidad que supone su cultivo artificial. La Pitaya (llamada tambien Fruta del Dragón) es un fruto de color rosa chicle muy brillante e intenso que contiene mucha agua, siendo muy adecuado para refrescarse en los días cálidos y bochornosos del verano. El Cactus creador de esta fruta exótica es típico de zonas tropiacles, lluviosas y húmedas, y es muy abundante en todos los países tropicales, dónde puede vivir en el suelo o adherido a paredes, muros, rocas y árboles. No se conoce exactamente dónde se originó ya que se encuentra naturalizado en toda la zona tropical de la tierrra.
Se trata de un cactus poco robusto y de porte arbustivo (aunque los ejemplares de más edad pueden adquirir un aspecto arbóreo bastante extenso) que puede trepar hasta los cinco o seis metros de altura, aunque en producción comercial se prefiere desmocharlos a un metro y medio de altura para acceder mejor a los frutos. Consta de una especie de tronco leñoso y robusto que dispone de largas y fuertes raíces aéreas que le permiten asirse a todo aquello que tenga a su alcance, por lo que tiene la facultad de crecer en la dirección de su soporte incluso crecer a nivel del suelo como una planta rastrera. Del tronco salen los verdaderos tallos, que son carnosos, finos, bastante frágules de con dos o más costillas abruptas a las que siguen, longitudinalmente, pequeños pelillos blanquecinos y punzantes. Como otras plantas crasas, el color de estos tallos, originalmente verdes, puede variar bastante en función de la luz que reciban, siendo totalmente rojos en condiciones muy soleadas y verdes pálidos si no reciben la luz suficiente, algo que suele pasar en interior. Las flores, muy grandes y llamativas, son de color blanco, disponen de muchos pétalos lanceolados de color blanco intenso, una miríada de estambres y psitilos en su centro y aparecen durante la estación cálida de cada año. El botón floral se desarrolla durante más de un mes, durando las flores sólo una única noche tras la cual empieza a desarrollarse el fruto (si la flor no se poliniza durante la única noche que permanece abierte, no dará ningún fruto, por lo que es esencial contar con polinizadores nocturnos para este fin, como los murciélagos). Aparecen siempre en la zona terminal de cada tallo carnoso de forma solitaria aunque a veces pueden aparecer dos o tres a la vez en el mismo lugar. Las flores dan paso a frutos ovoides, de color rosa chicle muy brillante, de piel suave y tersa y con abundantes hojitas verdes y duras en su superfície. El fruto es comestible, su pulpa es de color blanco y dispone de muchas semillas de color negro y de forma de lágrima. Debido a la gran cantidad de agua que contiene es una fruta muy refrescante, pero es insípida.
El cultivo frutal de este Cactus queda restringido a las regiones tropicales, pues en zonas donde la temperatura sea demasiado baja en algun momento del año no producen nada bien y, por lo tanto, su cultivo no sale rentable en estos casos. A pesar de esto, como planta ornamental es poco exigente (como casi cualquier Cactus), siendo fácil de cultivar y mantener. Al ser una planta epífita, es muy recomendable cultivar este Cactus en un sustrato especial para Orquídeas, compuesto por corteza de Pino, musgo seco y algun trozo de esponja para retener algo de agua (aunque puede dejarse adherido al tronco de algun árbol de gran tamaño). Sin embargo admite perfectamente el cultivo en el mismo suelo, aunque es totalmente necesario que este esté muy suelto, muy aireado, excelentemente drenado y, lo más importante, que no retenga excesos de agua capaces de pudrir las raíces. Para conseguir esto se puede mezclar tierra especial para Cactus con arena gruesa o más bien fina y, si está en una maceta, poner en la base de la misma uno o dos centímetros de grava o corteza de Pino para favorecer el drenaje. A pesar de que tolera la cal en dosis limitadas, no conviene mantener a este Cactus en suelos excesivamente calcáreos ya que le es prácticamente imposible absorber el hierro presentándose el amarilleamiento de los tallos que, a la larga, termina acabando con la planta. Como cualquier otro Cactus, la Pitaya teme muchísimo cualquier exceso de agua en el entorno radicular, que suele pudrirse rápida e irreversiblemente si se mantiene en suelos que tiendan a retener demasiada agua por mucho tiempo. Es necesario regarlos de forma más o menos abundante pero dejando siempre que el suelo se seque por completo o, como mucho, que permanezca siempre húmedo (algo que se puede conseguir vaporizándolo a diario). Más importante que el agua en el suelo es la humedad ambiental, que conviene que sea siempre cercana al 60 - 70 %, por lo que es totalmente necesario humedecer toda la planta con vapor de agua frecuentemente teniendo presente que, cuanto más elevada sea la temperatura, más humedad necesita. En las estaciones más frías del año basta con humedecer toda la planta una vez cada tres días, mientras que en verano hay que hacerlo varias veces al día especialmente si hace mucho calor o si está expuesto a un exceso de luz solar. Si el aire a su alrededor está demasiado seco se produce el secado de los tallos empezando por las zonas más expuestas de las costillas caulinares, pudiendo perderse la totalidad de los tallos si la situación de sequía es demasiado extrema. Cualquier déficit de humedad durante la formación de los botones florales provoca su caída así como la pérdida de frutos en formación, algo que suele pasarle cuando se le cambia de sitio de forma repentina o constante. Para conseguir una estructura vegetal bien vistosa y sana es necesario que este Cactus goce de una luz muy intensa. Puede cultivarse en interiores en habitaciones muy iluminadas o que reciban algo de sol matinal o, mejor aún, en exterior y en semisombra si el clima lo permite. Exposiciones demasiado prolongadas al sol directo acaban quemando los tallos, las flores y los frutos, quedando las zonas afectadas de un color blanco marronoso. Los defectos de luz solar inhiben la floración y la fructificación. Como toda planta tropical, la Pitaya no soporta el frío intenso, siendo su límite de supervivencia los 4 ºC. Temperaturas por debajo de esta producen manchas negras en los tallos y su posterior necrosis y caída. Tampoco soporta las heladas (ni si quiera las cortas o débiles), que lo único que hacen es acelerar más la muerte de la planta. Los climas idoneos para su cultivo permanente en exterior son aquellos en los que la temperatura media anual sea de unos 25 ºC, la mínima de unos 12 - 13 ºC y la máxima de unos 32 ºC. Las temperaturas nunca inferiores a los 10 ºC le son beneficiosas para un reposo invernal (aunque en realidad no lo necesita ya que su crecimiento no varia si no pasa dicho periodo de quiescencia) que siempre puede ayudar a que la planta crezca más vigorosa y produzca más frutos. No es exigente con los nutrientes, pudiendo sobrevivir en sustratos muy pobres y degradados, aunque agradece un aporte mensual de abono específico para Cactus o plantas de flor. No conviene pasarse con el abono ya que se pueden quemar las raíces.
Por sus necesidades de humedad, este Cactus es muy adecuado para adornar cualquier estanque de agua dulce tanto interior como exterior. Se puede mantener adherido al tronco de un árbol de cierto tamaño o en el mismo suelo del estanque pero procurando que las raíces no toquen el agua para evitar que se pudran. Puede ser asociado con Orquídeas, otros Cactus higrófitos, algunas herbáceas de tamaño grande y muchas otras plantas frondosas que, en caso de ser cultivado en exteriores, le pueden tamizar el exceso de sol directo. Es recomendable, en caso de que se cultive en un estanque interior, que la luz ambiental sea muy intensa.
Este Cactus se reproduce mediante semillas y esquejes caulinares. Las semillas de deben desposeer de la pulpa y sembrarlas immediatamente ya que su poder germinativo se pierde muy pronto. La siembra se puede hacer en cualquier momento del año y la germinación ocurre en cinco o seis días siempre que la temperatura del semillero se mantenga siempre alrededor de los 25 ºC. Cuando las plántulas surjan se deben humedecer constantemente y mantenerse en un lugar cálido. Cuando tengan unos cinco o seis centímetros de altura se pueden pasar a su lugar definitivo. Los esquejes, consistentes en los últimos cinco o seis centímetros de los tallos más largos, se entierran en un sustrato suelto, húmedo y que se mantenga cálido (a unos 25 ºC). No hace falta tratar con hormonas de enraizamiento. Las raíces surgen al cabo de una semana o algo más, pudiéndose entonces pasar a su sitio definitivo. Para aumentar el éxito en el enraizado de los esquejes es necesario dejar cicatrizar el corte producido al separar las puntas terminales, durante una semana, a unos 25 ºC de temperatura y a un 60 % de humedad relativa antes de enterrarlos. Al igual que el semillado, el esquejado se puede realizar en cualquier momento del año, aunque en zonas donde los inviernos sean fríos es mejor hacerlo durante la primavera y el verano.

2 comentarios:

  1. QUISIERA TENERLO EN MI CASA DE CHILE...ES PRECIOSO PARA MI COLECCION DE CACTUS

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  2. yo tengo una en casa, gracias por la información, no sabia su nombre... es muy linda esta planta, el aroma que desprende su flor es delicioso

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