viernes, 19 de julio de 2013

Scorpaena Scrofa - Cabracho

Los conocidos Cabrachos (o más comunmente llamados Escórporas) son peces óseos, es decir, peces cuyas escamas son sustituidas por duras placas duras, formadas por tejido óseo, que protegen todo su cuerpo pero no la cabeza. Se trata de peces bentónicos que pasan toda su vida en contacto con el fondo, solitarios, muy territoriales y, especialmente, temibles depredadores nocturnos que se ayudan de su sigilo, su velocidad y su perfecto camuflaje para emboscar y atrapar a sus presas predilectas. Pueden encontrarse en profundidades comprendidas entre 1 y 200 metros con fondos muy abundantes en rocas y encueves que les ofrezcan abundantes refugios. Se distribuyen desde las Islas británicas hasta Senegal, pasando por el mar Mediterráneo, las Islas Canarias y las Azores, no estando presentes en el mar Negro. Son muy apreciados por la calidad de la sopa de pescado que se obtiene con sus cadáveres, llamándose en Cataluña "Suquet de peix", un plato muy exquisito.
Como todo pez bentónico, las Escórporas tienen el cuerpo cilíndrico con la región ventral aplanada, lo que unido a unas aletas pectorales ínferas y fuertes, les permite desplazarse sin problemas sobre el lecho marino, pudiendo tambien enterrarse en el sustrato. Una de sus características más distintivas es su enorme cabeza, desprovista de toda protección, con ojos de gran tamaño y expresamente adaptados para ver en la oscuridad más absoluta, una gran cantidad de penachos de piel que se interpreta rompen su contorno sobre el fondo, ayudándolas a ocultarse, y una gigantesca boca protáctil provista de dientes puntiagudos en sus mandíbulas. Otra de las características más distintivas de estos peces es que, por los primeros radios de la aleta dorsal, duros y afilados, segregan un potente veneno que puede llegar a causar la muerte a personas hipersensibles, siendo indispensable no manipular directamente a estos animales para evitar picaduras. Los últimos radios dorsales son blandos más largos. El resto de aletas son redondeadas. Su coloración es bastante variable dependiendo del fondo sobre el que viven, siendo en general el dorso rojizo con manchas más claras y el vientre blanco, aunque con el paso del tiempo este color se oscurece debido a que se depositan desechos entre las finísimas espinas de su piel, que mudan cada dos semanas cual serpientes para manterla en buen estado y recuperar el color rojo original. En algunos casos se ha observado que el color rojo es sustituido por marrón e incluso por matices ligeramente verdosos. Los machos presentan los penachos de piel más largos y vistosos que las hembras, llegan a medir 60 cm de longitud (no suelen superar los 25 en acuario) y viven unos 12 años.
Son peces sedentarios que se adaptan muy bien a la vida en un acuario siempre que los ejemplares aclimatados sean jóvenes, pues los adultos, como sucede con casi todos los peces marinos, acaban muriendo al no superar el traumático cambio de hogar. No requieren grandes volúmenes de agua ya que no se alejan demasiado de sus encueves predilectos (incluso durante la noche), siendo un tanque de unos 300 litros suficiente para un solo ejemplar. La decoración debe estar formada por abundantes adornos sólidos que creen escondites lo bastante grandes para que puedan entrar enteros (da igual lo que sea, rocas, plásticos, etc...) siendo necesario que el sustrato tenga un espesor de unos 10 centímetros como mínimo y que sea muy fino (arena sugar) para permitirles enterrarse en él y excavar sin que se dañe su vientre. Aprecian intensas corrientes y una potente aireación, siendo indispensable el uso de un eficiente skimmer para tratar las grandes cantidades de desechos que producen, que unido a cambios semanales y parciales de agua ayudan a evitar el incremento de compuestos nitrogenados. La densidad puede estar entre 1.020 y 1.033, y la temperatura entre 10 y 30 ºC. No conviene que los niveles de nitratos sobrepasen las 50 ppm ni que haya nitrito y amoniaco en el agua. No toleran nada bien variaciones bruscas de los parámetros acuáticos, siendo muy proclives a enfermar por esta causa y por un exceso acusado de nitratos, nitritos y amoniaco. La falta de escondites juega un papel importante en su salud, estresándose e incluso negándose a comer si no dispone de madrigueras en las que aguacerse.
Durante los primeros días de cautvierio es muy normal que muestren cierta negativa a alimentarse durante un tiempo, que puede ser muy corto si hay muchos escondites y el agua se mantiene siempre en buen estado. Es fundamental ofrecerles abundantes presas vivas que puedan engullir enteras (resultan muy apropiados los Guppies y los Mollies), aceptando el alimento congelado cuando empiezan a estar más cómodos y, en algunos casos, hasta las escamas y los granulados cuando están perfectamente aclimatados. Son estrictamente carnívoros, por lo que su dieta artificial debe comprender, especialmente, carne de pescado, moluscos, gasterópodos, cefalópodos y, especialmente, erizos de mar, tanto vivos como muertos.
Es imprescindible que sean los únicos peces de fondo en el acuario, que debe estar libre de cualquier pez que comparta el mismo hábitat (peces araña, gobios, morenas, congrios, ...) para evitar brutales enfrentamientos por el territorio. Tampoco hay que asociarlos con peces que puedan entrar por su boca a menos que sean su alimento, pues los devora rápidamente. Tampoco hay que juntar a más de un ejemplar en el mismo acuario ya que no se toleran (únicamente se pueden mantener en parejas aisladas siempre que se introduzcan ambos cónyuges a la vez y en la fase juvenil). Con lo que respeta a las especies que se mueven por las capas superiores se muestra generalmente indiferente, por lo que pueden ser asociados con Lubinas, Mojarras, Salpas, Doncellas, Castañuelas y muchos más tipos de peces. No hay que asociarlos con erizos de mar, caracoles, mejillones y cefalópodos porque se los comen, aunque son inofensivos para corales, anémonas, cerianthus y esponjas.
Su reproducción es posible en acuario siempre que los peces pasen la mitad del año a temperaturas de unos 15 ºC y la otra mitad a unos 22 para simular las estaciones del año, reproduciéndose en la época cálida. Tras un agitado baile nupcial, la hembra y el macho expulsan los huevos y el esperma en mitad de la columna de agua para que se fecunden. Acto seguido, se extraen los huevos (muy pequeños) con un sifón y se instalan en otro recipiente con el agua movida y bien oxiganda, a una temperatura de unos 23 ºC. Tras tres días, los huevos eclosionan, y los minúsculos alevines se alimentan de rotíferos hasta que miden ya medio centímetro, cuando devoran de un bocado las Artemias recién eclosionadas. Los que más crecen van devorando a sus hermanos más pequeños, y cuando miden ya dos centímetros de largo deben separarse para evitar peleas o aislar a las parejas que se desee mantener para seguir la reproducción. Los alevines son extremadamente sensibles a la polución del agua, y es indispensable tapar las entradas de los filtros con alguna malla muy fina para evitar que succionen a las crías.


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