Una de las plantas ornamentales más profusmente usadas como plantas de interior es la flor de pascua, un arbusto de poca densidad foliar y elegante apariencia que procede de las regiones tropicales de México. Desde sus regiones de origen se exportan muchísimos ejemplares todos los años, especialmente durante la época navideña que, en el hemisferio norte, coincide con el auge de su elegante y llamativa floración. En la actualidad esta planta adorna cualquier tipo de emplazamiento interior durante la navidad, existiendo además muchísimas variedades que difieren, principalmente, en el color de las brácteas que rodean las inflorescencias terminales. En algunos lugares se mantienen sin problemas en jardines exteriores durante todo el año, opción mucho más sensata que tirarlas a la basura cuando finaliza el periodo de floración ya que se adaptan muy fácilmente a los exteriores luminosos y sin heladas severas, siendo muy decorativas.
Se trata de un arbusto típico que, a pesar de venderse siempre con un tamaño bastante pequeño (unos 50 centímetros de altura) alcanza, en realidad, hasta 4 metros de altura y una anchura considerable cercana a los dos metros. Como otras especies de la familia, como en el caso del Ricino, esta planta tiene un tronco central muy pequeño (a veces invisible) del que salen abundantes ramificaciones leñosas y bastante gruesas que soportan las hojas, que son opuestas, de forma elíptica, ligeramente tomentosas y con los nervios muy marcados. Tan solo las puntas terminales de las ramas tienen hojas, dejando el resto de la planta al descubierto y haciéndola poco estética para muchos. Este arbusto tiene dos tipos de hojas: Las fotosintéticas son de color verde claro cuando son jóvenes, oscureciéndose a medida que avanza su edad, y las no fotosintéticas (llamadas también brácteas), de un color rojo muy intenso y con nervios muy marcados. La función de estas hojas es proteger las pequeñas flores dispuestas en forma de umbrela, que son apétalas, amarillas e inodoras, observándose únicamente los pistilos, y carecen de todo interés ornamental. Gracias a la hibridación y a la manipulación genética se han creado variedades cuya diferencia reside en el color de las brácteas, pudiendo ser rojas, blancas, rosadas, verdes, azules e incluso violetas. También hay algunas variedades con las brácteas jaspeadas. Todos los tejidos de esta planta contienen un látex blanco viscoso y pegajoso que puede provocar reacciones alérgicas en contacto con la piel y la muerte si se ingiere.
Aunque en realidad el cultivo de la flor de pascua en el exterior es muy fácil, se emplea casi siempre sólo como planta de interior, condiciones a las que se adapta muy mal siendo fácil que muchas mueran rápidamente al no proporcionarles los cuidados necesarios. Es una planta tropical que, sin embargo, puede mantenerse todo el año en el exterior siempre que la temperatura no baje de -2 ºC, pues las heladas fuertes acaban con estas plantas. Lo ideal es mantenerlas a unos 18 ºC mientras estén floridas, y entre 20 y 24 ºC durante el resto del año. Hay que tener presente que, por debajo de 5 ºC, este arbusto pierde todas las hojas, flores y brácteas hasta que llega de nuevo el calor. Es indispensable una humedad ambiental muy elevada, pues la flor de pascua sufre muchísimo con el aire seco o demasiado cálido (algo que puede deducirse fácilmente por el decaimiento de las hojas y su caída masiva), por lo que, si se mantiene en interiores, conviene rociar con agua tibia y sin cal las immediaciones de la planta (sin mojar las brácteas ni las flores) y poner la maceta sobre un plato con guijarros mojados para aumentar la humedad del aire. A penas soportan la calefacción y no toleran el aire seco, situaciones en las que no prospera y acaban matándola. Es importante regular muy bien el riego de estos arbustos, pues las raíces son muy frágiles y sensibles a la pudrición por exceso de agua. Conviene regarlas de forma espaciada dejando que el suelo se seque algo entre riegos. Nunca hay que encharcar el sustrato, mantenerlo demasiado mojado o dejar que se seque completamente, pues estos problemas acaban con la vida de estas plantas. El sustrato empleado debe ser muy suelo, aireado y esponjoso, evitando los suelos arcillosos, apelmazados y arenosos. Cantidades excesivas de cal o sales en los suelos les provocan, a la larga, clorosis férrica, caída de las hojas y la muerte, por lo que conviene regarlas con agua sin cal o desionizada. Conviene abonarlas una vez cada dos semanas con un abono genérico para plantas verdes y con flor durante todo el año excepto durante la floración, durante la cual conviene aumentar la cantidad de potasio para favorecer la creación de flores y brácteas. Este arbusto necesita muchísima luz, especialmente para que el color de las brácteas se mantenga vivo e intenso, algo que suele durar muy poco en interiores al mantenerse en sitios demasiado sombríos. La falta excesiva de luz acaba con la planta. En exterior tolera sin problemas el sol directo, aunque en climas con veranos demasiado cálidos y secos conviene posicionarla en lugares sombreados o que reciban algo de sol por la mañana y algo por la tarde. La insolación excesiva combinada con el calor extremo provoca quemaduras foliares graves. Esta bella planta resulta muy útil para practicar el forzado de la floración, que empieza cuando el arbusto ha pasado un mes completo con unas 14 horas de oscuridad diaria. Este proceso es independiente de la temperatura, por lo que puede forzarse la floración en cualquier momento de año siempre que se cubra la planta con algo que impida el paso de la luz (como una caja de cartón negro) durante unas 14 horas diarias, algo que debe alargarse un mes entero. Cultivadas en exteriores llegan a producir brácteas y flores en el hemisferio norte durante el invierno, aunque se da el grave problema de las heladas y las bajas temperaturas, que inhiben este proceso. En muchas zonas del sur de España (especialmente en la costa de Andalucía) las flores de pascua plantadas en el exterior florecen fácilmente al no haber heladas ni temperaturas excesivamente frías.
La gran necesidad de agua y humedad que reclaman estas plantas las convierten en buenas candidatas para ser incluidas en la decoración vegetal natural de cualquier estanque de agua dulce, donde se pueden formar bellas composiciones vegetales combinándolas con todo tipo de arbustos, árboles y hierbas de su mismo tamaño. Es necesario a la hora de plantarlas no hacerlo excesivamente cerca del agua para evitar que las raíces se sumerjan en la misma y se pudran. Para evitarlo se debe plantar en la zona no saturada del suelo o en un macetón de gran tamaño colocado cerca del agua.
Esta planta se reproduce casi siempre mediante esquejes apicales, que se obtienen al podar los arbustos cuando finaliza la floración. Se deben cortar estacas de unos 15 centímetros de largo, vigilando que no tengan tejido leñoso, separar las hojas de la parte inferior y rebozar la zona de corte con hormonas de enraizamiento. Seguidamente se fijan en sustrato poroso y suelo (turba, perlita o vermiculita o mezclas varias), se cubren con plástico y se mantienen en un lugar muy húmedo a una temperatura constante de 25 ºC. En poco más de dos semanas enraizan y, una vez que desarrollen las primeras ramitas apicales, pueden tratarse como plantas adultas normales. Es aconsejable usar guantes a la hora de cortar las estacas para evitar el contacto de la savia pastosa con la piel.
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