La familia de las Asteráceas (Compuestas para los amigos) engloba muchísimas especies de plantas de flor muy apreciadas por su belleza, su adaptabilidad y, especialmente, a la sencillez que entraña su cultivo. A pesar de todo, como en toda familia de plantas, están las típicas ovejas negras que traen más de un dolor de cabeza a muchos jardineros por los cuidados especiales que requieren. Las Cinerarias son una de estas plantas, muy bellas y apreciadas pero, todo hay que decirlo, bastante delicadas a la hora de cultivarlas. Originarias de las islas Canarias, estas plantas se han obtenido mediante cruzamientos y mutaciones provocadas en plantas salvajes, obteniendo graciosas plantas muy buscadas por su abundancia en pequeñas, coloridas y agradablemente perfumadas flores, que suponen un excelente encanto para la visión. A pesar de ser plantas perennes, se cultivan como anuales.
Se trata de plantas semiarbustivas sin lignificar cuya altura no suele superar los veinte o los treinta centímetros, y se caracterizan por la forma de cúpula que adquieren en conjunto. Las hojas nacen de un tallo grueso y rígido, son acorazonadas, con los bordes serrados, peludas y de color verde intermedio. Del mismo tallo central aparecen varias ramas con la misma configuración que el tallo central. Las flores se disponen en corimbos al final de cada rama, y están compuestas por hasta diez flores liguladas (que son lo que llamamos pétalos, como en el caso del girasol) que rodean un capítulo formado por muchas flores tubulares que, cuando están en su máximo apogeo, liberan grandes cantidades de polen y un intenso olor dulzón muy agradable que se puede detectar a distancias considerables si las plantas están muy sanas. El color de las flores es muy variado, siendo monocromáticas (Azules, rojas, rosas, blancas o púrpuras entre otros colores) o con la base de los pétalos de color blanco. Los frutos son aquenios, y están formados por una envuelta dura y fibrosa con forma de lágrima (que contiene las semillas) y que tienen, en la zona estrecha, un papus formado por muchos pelillos blancos que tienen la función de aprovechar el viento para dispersar las semillas por zonas más o menos lejanas. Las raíces son muy frágiles y delgadas, muy sensibles a la sequedad y al exceso de agua, y se rompen a la más mínima flexión, por lo que se aconseja no trasplantarlas cuando son adultas.
Como se ha comentado antes, cultivar Cinerarias no es precisamente fácil, aunque si se les dedica tiempo y se las mima bien, son de las plantas más decorativas que se pueden mantener. Requieren agua y humedad en su justa medida de forma constante, y cualquier exceso o defecto de ambos requisitos produce daños irremediables en las plantas. El suelo debe estar muy suelto y excelentemente drenado para evitar que no quede una gota de agua encharcada en el mismo. Hay que rociar el entorno de la planta habitualmente (más en periodos calurosos) pero, muy importante, sin mojar ni las hojas ni las flores; De hecho, el agua sobre cualquiera de las dos partes provoca la pudrición rápida e irremediable con todas sus consecuencias. Como todas las demás compuestas, las Cinerarias necesitan muchísima luz, siendo lo ideal colocarlas a pleno sol siempre que la temperatura no exceda los 22 ºC, pues aunque la planta no se queme se acorta su vida considerablemente, y su necesidad de agua es desproporcionada en estos casos. Lo ideal es mantenerla, en lugares muy soleados, entre 18 y 22 ºC durante todo el año, con un 60% de humedad tambien de forma constante. Un defecto acusado de luz causa la inhibición de la floración. Sin embargo, se adaptan perfectamente al cultivo interior, donde hay que situarlas en la habitación más soleada de la casa y siempre sobre un plato con guijarros mojados. El riego únicamente debe realizarse de forma que el sustrato permanezca siempre más o menos húmedo, no permitiendo nunca el completo secado ni el encharcamiento del mismo, cosas que acaban matando a las plantas, y es mejor hacerlo por immersión: Colocar la maceta en un platillo con agua y sacarlo a los 15 minutos. No toleran el frío ni las heladas, y no deben ser expuestas a menos de 15 ºC (aunque resisten hasta 10 ºC casi siempre acaban infectadas por el hongo Botrytis, que es muy nefasto para estas plantas). Para asegurar la floración abundante deben abonarse semanalmente con potasio cuando estén en ello. Aunque pueden llegar a vivir varios años, si se las fuerza a florecer una segunda vez dan menos flores y más pequeñas, por lo que se suelen desechar una vez termina la primera floración. Y otro dato importante: No hay que permitir que llueva encima de estas plantas; Se mueren por pudrición.
Se pueden cultivar cerca de los estanques de agua dulce siempre que la capa freática no interfiera con las raíces, en cuyo caso las plantas se morirían rápidamente. Para evitar este problema del todo (y especialmente para conseguir un mayor efecto decorativo) se deben colocar en macetas altas o montículos en línea que bordeen el agua. Pueden ser asociadas, por ejemplo, con Vincas, con las que crean auténticos muros de colores de una gran belleza ornamental. Se puede, asimismo, crear una agradable combinación de aromas si se las asocia con Gardenias o Marihuana, algo que atrae también a los insectos polinizadores.
Su reproducción sólo se hace mediante semillas, que se siembran en semillero o en su lugar definitivo, ocurriendo la germinación en una semana o menos. Una vez que las plántulas tengan cuatro hojas acorazonadas se pueden trasplantar a una maceta (en caso de haber germinado en semilleros). No conviene trasplantar las adultas para evitar dañar las raíces. Crecen con bastante rapidez durante el otoño para florecer en mitad del invierno, cuando muy pocas plantas lo hacen. Aunque en la mayoria de los casos mueren a mediados de la primavera, dejan abundantes semillas que pueden sembrarse a principios del otoño siguiente (siempre que hayan sido almacenadas en un lugar freco y seco para conservarlas hasta entonces, pues su viabilidad dura a penas dos semanas o tres).
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