sábado, 28 de septiembre de 2013

La roca viva

Un accesorio indispensable en cualquier acuario marino (da igual el tamaño del mismo) es la roca viva. A simple vista estas rocas parecen meros objetos decorativos más, aunque se distinguen de los adornos convencionales en que poseen una sorprendente capacidad biológica para purificar el agua mediante las numerosísimas bacterias desnitrificantes que contienen, además de asegurar valiosos refugios a los distintos peces e invertebrados móviles que se mantienen, funcionar como soporte para Anémonas, Corales y otros invertebrados sésiles y, como añadido, son fuente de microorganismos y pequeños animales que complementan la dieta de los seres que viven en un acuario. La roca viva se puede obtener en cualquier medio marino del planeta (segun el tipo de acuario que se desee instalar), aunque las más comunes proceden del océano Pacífico (concretamente de Indonesia y las costas del norte de Australia) al poseer más poros y colores vistosos que otras rocas del mundo. Una roca viva de calidad debe haber estado sumergida en el mar durante dos o tres años antes de extraerse. De esta forma de garantiza que la colonia bacteriana y los organismos superficiales está bien fijados.

                             Roca viva de Indonesia, muy apreciada por la gran cantidad de
                             de poros y colores brillantes que presenta.

Las rocas vivas no son si no vulgares piedras de procendencia marina que llevan enganchados diversos tipos de organismos marinos. Las de mejor calidad poseen una gran cantidad de poros de todos los tamaños y una superficie muy rugosa que facilita el fijado de las colonias bacterianas desnitrificantes, y los grandes agujeros y túneles de los que disponen hacen las veces de escondite para muchos peces e invertebrados. En los acuarios marinos se usan o bien enteras o a trozos, siendo los fragmentos los más usados para acuarios pequeños. El precio de la roca viva depende del peso de la misma, aunque normalmente se venden a 20 euros el quilogramo. Debido a este elevado coste es necesario elegir rocas medianas y con muchos agujeros, que son las que pesan menos. Con rocas medianas y pequeñas es más fácil crear un muro pedregoso sin correr el riesgo de desprendimientos con todas las consecuencias que éstos acarrean. Entre los organismos que las rocas vivas llevan fijados se hallan las algas calcáreas (el componente superficial mayoritario) que se disponen en mantos brillantes y coloridos dando un bellísimo toque decorativo a cualquier acuario.También suelen llevar Anfípodos (pequeños crustáceos milimétricos semejantes a Gambas), Anélidos como los gusanos de fuego, crías de caracol y, en ocasiones, Microalgas, Aiptasias y Myrionemas (siendo estas últimas especies verdaderas plagas invasoras). El organismo principal de estas rocas son, sin duda, las bacterias desnitrificantes, que se distribuyen por todas las superficies de las rocas en forma de mantos resbaladizos y suaves al tacto.
             La mayor parte del material calcáreo del mar Rojo consiste en esqueletos de Corales
             (básicamente Gorgonias y Acroporas) dada la escasez de rocas accesibles en éste lugar.
             A pesar de ser muy decorativas no disponen de suficientes poros y pesan más, y sus colores
             no son muy vivos, pero se tratan como rocas vivas corrientes.

Contrariamente a lo que se suele creer, el mantenimiento de la roca viva en un acuario marino no es fácil, pues los diminutos organismos que crecen sobre ellas requieren la mejor calidad de agua posible para evitar su muerte (de ahí que se las llame rocas vivas), situaciones en las que su acción biológica es realmente eficaz. A la hora de introducir las rocas en un acuario deben tomarse algunas precauciones: En primer lugar las rocas deben transportarse fuera del agua pero en recipientes sellados herméticamente (ello evita la muerte de los animales que llevan fijados y la desecación de los mismos al permanecer siempre húmedos) evitando los cambios bruscos de temperatura y, a poder ser, la luz solar directa, cosas que pueden acabar con los organismos que puedan llevar. Para introducir las rocas en el agua basta con sumergirlas directamente en la misma (NUNCA HAY QUE ACLARARLAS CON AGUA CORRIENTE Y MENOS DEL GRIFO!!!) y agitarlas suavemente o voltearlas varias veces para que expulsen el aire que hayan podido retener, cosa que mata a todo aquello que se encuentre fijado a ellas. Finalmente se colocan las rocas en su lugar definitivo teniendo siempre la precaución de colocar sobre el sustrato la zona más desnuda (que suele ser de color marrón muy oscuro) para evitar dejar sin oxígeno a las bacterias de la zona coloreada. No es recomendable introducir todas las rocas a la vez en un acuario, pues cada vez que se mete alguna nueva muchos microorganismos mueren debido simplemente al cambio de agua, contaminando con amoniaco el agua. Si se hace sólo con una roca, no hay problema, pero si se introducen todas a la vez la cantidad de amoniaco puede dispararse hasta niveles peligrosos y acabar con todos los organismos de todas las rocas en pocos días. Este método (introducirlas todas a la vez) suele tener éxito en acuarios que han completado el proceso de maduración (llevan seis meses funcionando desde que se llenaron de agua). Es muy normal que, durante unos dos o tres días tras la introducción de nuevas rocas, el espumador se sature. No hay que alarmarse: Se trata de una sobrepoblación bacteriana que consume mucho oxígeno, cosa que se normaliza cuando las nuevas bacterias se fijan sobre sus respectivos soportes. Para evitar un posible riesgo de asfixia del resto de animales del acuario hay que airear fuertemente el agua hasta que el espumador rebaje su actividad. LA densidad del agua depende de la roca que se mantiene, aunque lo normal es mantenerla entre 1.022 y 1.033. Ocurre lo mismo con la temperatura, que puede estar entre 1 y 30 ºC. Es mejor mantener bajos los residuos nitrogenados y, especialmente, airear potentemente el agua por cualquier medio para garantizar el vital oxígeno a las bacterias que se fijan sobre las rocas. Los mantos de algas calcáreas sólo mantienen su color deslumbrante y brillante si la luz es intensa (más o menos 1 watio por litro) y si la concentración de calcio no baja de 400 ppm. Si esto no se cumple los mantos calcáreos se blanquean, y en conjunto toda la estructura pétre adquiere un ligero color marrón oscuro (no hay que preocuparse en estos casos, pues las colonias de bacterias no se ven afectadas). Para asegurar una constante limpieza de su superfície y de sus agujeros conviene dirigir los chorros de agua sobre ellas. Si quedan restos orgánicos escondidos en dichos agujeros las rocas se deterioran hasta perder todos los animales que lleven fijados. Uno de los problemas más frecuentes en el mantenimiento de la roca viva consiste en que su superfície se cubre completamente de mantos de algas marrones (Diatomeas) que sólo afectan al plano estético. Para solucionar esto basta con tener algun animal que devore estos mantos o manteniendo la luz, los Silicatos y los Fosfatos (los tres elementos básicos para la supervivencia de estos mantos) lo más bajos posible.
                                Las rocas procedentes del mar Mediterráneo se caracterizan por la
                                ausencia casi completa de poros y agujeros. Tienen generalmente colores
                                poco llamativos y pesan bastante, pero si se dispone de un acuario de
                                biótopo mediterráneo y se vive en su litoral, se ahorra muchísimo dinero
                                en la roca viva (no hace falta comprarla, simplemente se recoge de la orilla
                                o en mar abierto).

Las rocas vivas son, por tanto, elementos que no deben faltar en ningun acuario marino. Además del impacto estético que provocan ejercen funciones de limpieza, refugio y soporte. No todas las especies de peces están igual de condicionados a la roca viva: Algunos de acercan sólo para arrancar microalgas o devorar los pequeños animales que contengan (como los peces Cirujano o los peces Mariposa), mientras que otros dependen por completo de ellas, ya sea para esconderse (como las Morenas) o para alimentarse al rechazar casi cualquier alimento sintético (como los Mandarines del género Synchiropus). Los invertebrados se benefician de su presencia, pues muchos se esconden en sus orificios (como los Anfípodos, los Cangrejos y los Anélidos), limpian la superficie de mantos de algas marrones (como los Caracoles) se fijan sobre ellas (como las Anémonas y los Corales) y devoran con ansia los mantos de algas calcáreas (como los Erizos de mar). Por descontado, las macroalgas como las distintas Caulerpas se fijan a menudo sobre ellas con sus rizoides para aguantar las corrientes marinas y llegar a las capas más iluminadas de la columna de agua. Si se dispone de rocas demasiado grandes para un acuario concreto es suficiente fraccionarla en trozos más pequeños (con muchísimo cuidado) y colocar estos en otro acuario. Lo más adecuado es un golpe seco y no muy débil con un mazo o un martillo pesado.


 


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